Franny Glass en el encuentro de un nuevo sonido
Kristel Latecki
“Creo que esta es mi mejor canción” dice Gonzalo Deniz con una seriedad interrumpida por carcajada. Lo que acaba de grabar no era una canción en sí, sino una repetición de acordes arpegiados y muteados, que a simple escucha parecían ser apenas un ejercicio. Esta es una de las primeras jornadas de grabación de su próximo disco: Desastres naturales; Gonzalo y su guitarra están cercados por colchones, ubicados estratégicamente en su living devenido en un estudio de grabación. El resto de los instrumentos -teclados, sintetizadores y pedales, la computadora y los parlantes frente a los cuales se instaló el productor, Guillermo Berta-, se ordenan como un tetris entre la mesa de comedor, los sillones y la cocina.
Gonzalo luego explica el chiste: esos acordes son la materia prima con la cual Guillermo elaborará un sample y armará la línea de la guitarra de una manera artificial. Eso que a priori no tenía forma será la base de Mientras el viento sopla afuera, el primer corte y la última canción que el músico conocido como Franny Glass compuso para su quinto trabajo.
Se trata de un álbum que marca una nueva dirección para la carrera del cantautor. Luego de 10 años mejorando su composición e interpretación hasta lograr un estilo distintivo y con el cual ha logrado saltar las fronteras regionales y tocar en varios puntos del continente, Gonzalo se impuso una serie de desafíos para cambiar su sonido y comenzar una nueva década.
Luego de dos primeros discos basados fundamentalmente en guitarra y voz, y tras su experiencia en tocar en festivales, Gonzalo ideó sus dos trabajos siguientes pensando en un show junto a una banda. En principio, para este nuevo álbum planeaba volver al formato pequeño, a dúo junto al guitarrista y cantante Matías González, miembro de Vincent Vega y con quien toca desde hace dos años. “Quise adaptar el proyecto a mi realidad: vivir en Montevideo y las posibilidades reales que eso tiene. No tengo plata para pagar una sala de ensayo todas las semanas ni para pagarle a los músicos, entonces mi proyecto va a ser en el living de mi casa. Voy a grabar el disco en mi casa y voy a tocar con Matías, porque se generó un ensamble entre las guitarras y las voces que está buenísimo”, cuenta Gonzalo. Con esa idea comenzó a componer canciones, pero luego de la grabación del disco de El Astillero, un proyecto a tres guitarras y tres voces, esa idea no le cerró. “Me di cuenta que no quería repetir ese proceso de grabación, no me interesaba volver a hacer lo mismo, por más de que El Astillero son otras canciones y otra dinámica, pero el formato de ir al estudio a grabar era el mismo”.
Lo que le dio una nueva idea fue un show junto a Javier Vaz Martins, ex bajista de Astroboy y que ahora además de formar parte de la banda Atlas tiene su proyecto solista. Con su impronta electrónica, Javier versionó los temas de Franny Glass para que Gonzalo cantara encima. “Eso me interesó para desarrollarlo, pero me pareció que en principio no era compatible con la idea que tenía con Matías”, dice el músico. “Y en un momento, sin poder ver la síntesis entre las dos cosas, sin ver el resultado, quise juntarlas y ver qué pasaba”.
Con esa idea de unir su bagaje de cantautor y guitarrista con elementos electrónicos, Gonzalo transformó a Franny Glass en una banda que incorporó además a Guillermo Berta en batería y Lucía Romero en teclados, trompeta y voces. Y con todos estos nuevos ingredientes, Gonzalo se dispuso a componer de nuevo.
“En Planes (2014) había querido hacer canciones redondas, por decirlo de una manera. Con estribillos, estructuras más convencionales, más pop. Quise hacer canciones que se resolvieran en poco tiempo, que ya escucharas todas las partes. Y ahora lo que quise fue romper un poco esos esquemas me había planteado”, explica Gonzalo. “Por ejemplo, hay canciones que les saqué el estribillo y quedaron solo las estrofas. Trabajé sobre el loop, y pensando que no hubiera grandes cambios armónicos en las canciones, sino que agarrar una idea y explotarla hasta el máximo. Por eso me parece súper importante tocar con la banda, porque son cosas que solo no son fáciles de lograr en vivo y no me interesa tener una loopera. Me sentiría muy torpe”.
Estas, y algunas más, fueron pautas extremas que se impuso para mantener la composición fresca e intentar ofrecer resultados diferentes. “No quise preocuparme por que las canciones estén buenas. A veces el único fin es hacer una canción que esté buena, que guste. Y en realidad no busqué esa cosa linda, agradable o ganchera, simplemente busqué la expresión por otro lado”, afirma.
En Desastres naturales convivirán canciones que comenzaron siendo acústicas y fueron arregladas por la banda, y temas que fueron pensados con el grupo ya ensamblado. Temas que salieron desde la rigidez de los desafíos compositivos que se impuso Gonzalo y otros que vieron la luz una vez que soltó más su pluma. Esto también es algo que se refleja en las letras. “Creo que más que nunca adopté una visión crítica sobre cosas que me molestan”, dice riéndose. “Se dio en dos mitades: primero en esta etapa más extrema de intentar componer y tratar de romper las canciones había una cosa más desencantada, y como que después aparecieron más melodías y más esperanza. No sé si lo podrá ver quien escuche el disco, pero yo lo veo así. Quizás la parte más repetitiva y más austera de las canciones tiene ese punto de vista menos esperanzado, y las canciones más estribilleras y luminosas tienen un punto de vista de ‘no esta tan mal la cosa, estamos juntos, vamos a bailar’”.
Mientras el viento sopla afuera fue la última canción que entró para el disco. Nació luego de ver el producto casi terminado, como una suerte conclusión final, y que según afirma Gonzalo sirve perfectamente como puerta de entrada para lo que sonará luego en Desastres naturales. “En el momento, viendo el puñado de canciones más arriesgadas, digamos, lo más experimental desde el punto de vista de mi propio universo, pensé: ‘pah, a este disco no lo va a escuchar nadie’. Yo soy súper exigente, en el proceso de este disco debo haber hecho muchísimas canciones y es muy difícil que pasen los filtros. Y ésta apareció de golpe y quedó perfecta con el disco. Esa canción tiene que ver con encontrar un refugio en los afectos, mientras el viento sopla afuera. Y tiene que ver con ver la obra casi terminada. Da unas últimas pinceladas”.
Mientras el viento sopla afuera, ya pensada como corte de difusión, fue la primera canción que quedó grabada. Luego fue el turno de las voces de No es lo que hablamos, una de las canciones cuyo tiempo irregular y loops la ponen dentro del primer grupo de composiciones más nuevas y Mañana sin memoria, un candombe pop, eléctrico y guitarrero; tal vez la más sorprendente y bailable de las tres.
El cambio musical que presenta Desastres naturales estará también acompañado de una modificación en la metodología de trabajo: luego de lanzar todos sus discos a través del sello independiente Contrapedal, Franny Glass editará esta vez junto a Bizarro, cumpliendo otro de los objetivos que se dispuso: estar presente en las disquerías uruguayas.
“Este fue un proceso de dos años que pasó por lugares bien diferentes, pasó por formatos bien diferentes”, cuenta Gonzalo. “Yo estoy súper contento. Es distinto a lo que vengo haciendo y es lo que me interesa hacer en cada disco. En todo sentido es una nueva etapa”.
Franny Glass se presentará este jueves 17 a las 21 horas en la Sala Hugo Balzo, presentando en vivo Mientras el viento sopla afuera. Toda la información aquí.