Rock in Rio: un carnaval musical de espíritu único 

Fotos: Rock in Rio / I Hate Flash

Fotos: Rock in Rio / I Hate Flash

Kristel Latecki

El espíritu de Rock in Rio, eso que lo hace diferente a otros festivales del mundo y un evento único e imponente, es la misma idiosincrasia brasileña. Está metida en su ADN desde su origen y define desde lo más complejo, como su perfecta organización y sus enormes dimensiones, a lo más simple, como la diversidad que rige en su cartel y la de su público, a la alegría que se sostiene de principio a fin y la distensión con la que se enfrenta algo potencialmente estresante como hacer horas de cola o la cansada peregrinación de regreso. 

Se trata de un verdadero carnaval musical, pensado para que entretenga por igual a las más de 100.000 personas que atienden por día. La música es el primer atractivo y el que determina la cantidad o el tipo de público que asiste. Por ejemplo el viernes, a pesar de la cancelación de Lady Gaga, los Little Monsters dominaron el espacio, mientras que el sábado, Shawn Mendes fue el responsable de llevar a familias y adolescentes al festival. Sin embargo, como cualquier festival de este porte, vivir la experiencia es el objetivo final, por eso además de los escenarios, hay un montón de atracciones que se llevan la atención.

La rueda gigante de Itaú dominaba la vista tanto de día como a la noche, y subir a ella es una parada obligatoria para observar al festival desde la altura y admirar el impresionante espacio. Para los que buscaban más adrenalina, también había una montaña rusa y una tirolesa que atravesaba el escenario principal y tuvo a asistentes volando desde el día hasta entrada la noche. Y para los que estaban más afines al ocio, el Rock Street, un espacio que representó a las diferentes culturas y la música africana y el Rock District, un paseo donde se homenajeaba a los diferentes artistas que pasaron por el festival, ofrecían esparcimiento con locales de comidas y zonas de descanso. 

Considerando todo lo que tiene para ofrecer este festival, una sola jornada no alcanza para aprovechar y disfrutar cada uno de sus espacios. Para tener una idea global y llevarse la experiencia Rock in Rio en su totalidad, es necesario vivirlo durante dos o tres días, y aunque el cansancio y los pies no den abasto, la experiencia lo vale. 

Destaques musicales

Probablemente no haya mejor comienzo para entender qué es el Rock in Rio y cómo se vive este evento, que con un show de Ivete Sangalo. La diva del axé inauguró el escenario Mundo -el más grande del festival-, con un repaso de sus mayores éxitos y donde además aprovechó para homenajear al mítico compositor brasileño Cazuza y enviar sus saludos y apoyo a Lady Gaga, que canceló su presentación por motivos de salud.

La cantante, que está embarazada de gemelas, mantuvo la energía altísima. Absolutamente todo el público acompañó cada tema bailando y cantando con una expresividad y arrojo contagioso. Esto no es una exageración ni un lugar común: Sangalo dejó clarísimo que es una verdadera estrella popular y sus canciones atraviesan edades y gustos. Fueron disfrutadas al máximo y por igual.

Cambiando totalmente de rumbo y destino, le siguó Pet Shop Boys, referentes absolutos del electropop, de porte elegante, hits oldies y nuevas composiciones que continúan empujando el género desde la vanguardia. Aunque el dúo se apoyara de su banda y coristas, desde la distancia lo suyo continúa siendo una fiesta dominada por dos talentos, la impecable voz de Neil Tennant que mantuvo la nitidez y sutileza durante todo el show, y el estoicismo de Chris Lowe desde los teclados. West End Girls y Always On My Mind fueron las más coreadas.

Y aunque la ausencia de Lady Gaga se sintió fuerte, Maroon 5 tenía el peso y los éxitos suficientes para dejar contentos al festival y cerrar en una nota alta su primera jornada. Justamente los falsettos de Adam Levine fueron uno de los puntos fuertes, así como también la guitarra de James Valentine. Fue un show sin sobresaltos, que caminó con seguridad entre canciones conocidas y solo uno de sus cortes más recientes, Don’t Wanna Know. Dejó al público contento a pesar de todo.

La segunda jornada del Rock in Rio tuvo una impronta más familiar y juvenil con Shawn Mendes a la cabeza. El nuevo joven ídolo de la canción pop y romántica selló a fuego su carrera en este festival, convocando a decenas de miles de personas durante su show. En las alturas se podía ver a niños en los hombros de sus padres cantando sus canciones como Stitches y Treat You Better. También aprovechó para hacer dos versiones, Castle On The Hill de Ed Sheeran y Use Somebody de Kings of Leon. Fue su primera vez en el festival y salió triunfante.

Le siguió Fergie, que no tuvo la misma suerte. La cantante editará esta semana su primer disco luego de 10 años de ausencia, y esa falta de costumbre sobre los escenarios se sintió de muchas maneras: sea en el abuso de las pistas pregrabadas, la utilización de intervalos de video con canciones nuevas, que solo resultaron anticlimáticos, y principalmente, problemas de sonido que afectaron la segunda mitad del show e hicieron que su transcurso se complicara. Asimismo, la cantante se apoyó fuertemente en el repertorio de Black Eyed Peas, lo cual dejó en evidencia que Fergie todavía no tiene suficientes éxitos propios para encarar un show de estas magnitudes.

El domingo, por su parte, el mítico guitarrista Nile Rodgers demostró cómo hacer un show con canciones que hicieron conocidas otros artistas y mantener durante todo el espectáculo una identidad propia. Liderando el grupo Chic, moldeó el sonido de la música disco con canciones como Le Freak, Dance, Dance, Dance y Good Times, pero detrás de escenas Rodgers fue fundamental para la creación de otros tantos éxitos, desde I’m Coming Out de Diana Ross a Get Lucky de Daft Punk. Junto a su impecable banda y dos impresionantes voces hizo, en sus palabras, un recorrido musical por su vida. “Todas las canciones que escribí para otros, son tanto mías como de ellos”, dijo el músico, y así se sintió. Durante la hora del show deambuló entre la música disco y el funk, y con maestría comandó una verdadera fiesta atrapada en el tiempo.

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 En el escenario principal siguió con el soul y el R&B de Alicia Keys, que con su voz y calidez se adueñó del festival. Repasó desde su primer hit, Fallin’ y una versión reggae de You Don’t Know My Name, hasta su más reciente corte, In Common, pasando por imperdibles y emotivas canciones como No One y Empire State of Mind. Keys dejó claro su dominio sobre el escenario y una simpleza que no se ve en las divas pop. 

El final de esta primera parte del festival, que continúa el jueves 21, estuvo a cargo de Justin Timberlake. La estrella pop era otro de los artistas que regresa a los escenarios luego de más de un año sin realizar giras, sin embargo, esa ausencia no se sintió. El cantante dejó un excelente cierre, cantando tanto sus primeros éxitos como temas más escondidos de sus tres discos solistas y su más reciente hit, Can’t Stop The Feeling! de la película Trolls.

Desde su último disco, Timberlake abandonó las elaboradas coreografías a favor de una actitud más de crooner (tal vez que la introducción de su show sea con My Way de Frank Sinatra lo deja claro), sin embargo, en canciones como My Love, Let The Groove Get In o Rock Your Body, el baile puede más y se lo vio exhibiendo sus clásicos pasos. Fue un show bien equilibrado, con momentos de baladas, con otros donde Timberlake se hizo cargo del piano o la guitarra, y pasajes de máximas pop que hicieron bailar al festival. Y reservó lo mejor para final: sus dos mejores éxitos, Sexyback y Mirrors pusieron el punto final a un show y una jornada de pop perfecto.

Brasil en el escenario internacional

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En muchos de los shows los artistas decidieron acercarse a su público invitando a artistas o generando nuevas versiones más cercanas a la musicalidad brasileña. 

Pet Shop Boys comenzó esta tendencia interpretando uno de sus clásicos: Se a vida é, una canción que en palabras de Tennant, Brasil les dio.

Maroon 5 aprovechó la ocasión para realizar una tímida versión de Garota de Ipanema, mitad en portugués y mitad en inglés. Y aunque le faltó confianza y fuerza para llevar adelante esta delicada composición, salieron airosos con el homenaje carioca.

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Fergie, por su parte, se vio inmensamente beneficiada al invitar a la cantante y drag queen Pabllo Vittar, la nueva sensación pop que ni bien se subió al escenario mayor se adueñó del público, acompañando a la estadounidense en Glamorous y luego con algunos versos de su hit junto a Major Lazer y Anitta, Sua cara. También subió al escenario a Sérgio Mendes y Gracinha Leporace para interpretar la versión de Más que nada de Jorge Ben Jor, que el músico brasileño realizó junto a Black Eyed Peas en 2006.

Alicia Keys, por último, invitó al grupo Dream Team do Passinho para bailar en el final del tema In Common, y luego, la cantante se hizo eco de los reclamos a favor de la protección de una extensa área del Amazonas que el presidente Michel Temer propuso abrir a la explotación privada. Para eso interpretó su tema con mensaje ecologista en clave de samba, Kill Your Mama, acompañada por Pretinho da Serrinha y sus músicos, para luego pasarle el micrófono a la líder indígena, Sônia Guajajara, que realizó un breve y ovacionado discurso.

Los homenajes a íconos

Nile Rodgers no solo le deseó una buena recuperación a Lady Gaga, sino que aprovechó el repaso de su historia para homenajear a uno de sus amigos: David Bowie. Su baterista Ralph Rolle se encargó de tomar el micrófono para interpretar Let’s Dance, producida por Rodgers, logrando un emotivo baile.

Maroon 5 también dedicó parte de su show a Bowie, intercalando el famoso riff de Let’s Dance entre sus canciones. Mientras que Alicia Keys decidió hacer lo mismo con otro de sus ídolos, Prince, al interpretar una poderosa versión de How Come U Don't Call Me Anymore?.