Montevideo Rock se afirma apostando al ahora
Kristel Latecki
El primer Montevideo Rock de este siglo fue una apuesta segura que veneró el pasado. Se apoyó fuertemente en las bandas convocantes, en el entusiasmo de aquellos que habían vivido los originales en su adolescencia, de los que todavía extrañaban el Pilsen Rock y de los que no llegaron a ninguno. Pero en esta segunda edición se jugó su viabilidad, y afortunadamente tomó la ruta correcta: celebrar el presente.
El año pasado fue menester referenciar aquellos primeros festivales, no solo para hacer entender su importancia a nuevas generaciones, sino también para unir una línea temporal separada por 31 años. Pero el desafío siguiente era crear un festival que se mantuviera por sí mismo, que no fuera una seguidilla de homenajes nostalgiosos -ya hay otra fecha dedicada a eso-, y ese objetivo se puede decir que fue logrado.
Cada festival tiene su perfil, y el de Montevideo Rock -a pesar de su nombre-, podría ser el de la diversidad de géneros y artistas. Al igual que en su edición anterior, decidió salir del arcaico concepto del “rock” y ofrecer un abanico más amplio de sonidos y tendencias. Hubo desde metal a electrónica, pasando por pop y tango.
En ese sentido, el mayor y más importante acierto fue agregar un tercer escenario dedicado al hip hop, género que a paso lento pero seguro ha logrado dominar este año por completo. En su cartel ofreció tantos artistas de calidad que en el caso de Eli Almic pudo cruzar al escenario principal (emocionó verla allí), y contó los hits suficientes para bailar sin parar las dos jornadas. Sin este espacio el festival no hubiese sido lo mismo y va a ser difícil replicar un elenco tan repleto de starpower como este.
Asimismo, dada la acertada intención de no repetir artistas, se trajeron de afuera. Así llegaron los clásicos como Titãs, Ciro y los Persas y Fito Páez, que dominaron las multitudes con facilidad y pericia; Mala Rodríguez, que con su bate sacudió el escenario y dejó ganas de que volviera; y Los Espíritus, que demostraron ser banda ideal para festivales (donde hay más espacio para bailar y viajarla que en la Sala del Museo, espacio que han llenado) y a pesar de tocar de día convocaron a un gran público, entre ellos muchos raperos.
Párrafo aparte merece Fito Páez, que recibió en manos de Daniel Martínez la condecoración de Visitante Ilustre y cuya participación cerrando el festival fue perfecta. Según cuenta la leyenda, el rosarino estrenó Ciudad de pobres corazones en el Montevideo Rock I, tras la muerte de su abuela y tía. Y fue con esa canción que abrió su nuevo set, que recorrió todas sus épocas e hizo cantar al ruedo entero. Tal vez haya sido una coincidencia, tal vez no. Lo cierto fue que cerró por todos lados.
Y por supuesto, los locales también se lucieron. Mandrake y Los Druidas tuvieron la difícil tarea de abrir el festival pero lo lograron a fuerza de potencia y excelentes temas. Lo mismo sucedió el domingo con Eté y Los Problems, uno de los más esperados que estrenó bellísimos temas de su próximo disco. Buenos Muchachos, que con Cuarteto de Nos fueron los únicos que repitieron del año pasado, continúan siendo perfectos en esto de hacer emocionar y rockear al mismo tiempo. Kif y Sante Les Amis pusieron el condimento electro para bailar; mientras que Papina de Palma y Florencia Núñez llevaron las canciones para corear.
Tener tres escenarios en principio genera un montón de conflictos de horario, sin embargo, permite crear una ecléctica ensalada musical que de otra manera sería imposible. Saltar de Papina de Palma a Reytoro en algunos pasos, de Kif a la Mala; son experiencias que solo se consiguen en festivales. Dicho esto, al igual que el año pasado el volumen del escenario principal siguió abrumando al los dos más pequeños, afectando a los shows en sí. Eso será algo para perfeccionar a futuro.
Lo que sigue superándose es la producción, la cantidad de espacios de recreación, y la cobertura televisiva de TV Ciudad, que se ha llevado muchas felicitaciones.
Es así que en segunda edición Montevideo Rock ganó con una apuesta fuerte, y capturó la curiosidad por ver qué hará a continuación con su premio.