Boomerang va más lejos
Kristel Latecki
Luis Angelero se cuelga leyendo los comentarios que deja la gente en YouTube, donde hay mensajes del tipo “Esta mierda va a telonear a los Stones”. “Creo que nos puteaban más antes. En Engañamundos puteaban más”, dice el guitarrista. Pero Gonzalo Zipitría se ríe, porque todavía su siguiente disco no había visto la luz y con internet se sabe que eso es cuestión de tiempo.
Con Engañamundos, su tercer disco de estudio, Boomerang decidió dar un paso más hacia el pop. Por primera vez trabajaron con el productor argentino Gustavo Iglesias (responsable de discos de Babasónicos y Francisca y Los Exploradores) que los llevó por rumbos diferentes que naturalmente hicieron enojar a los reaccionarios del rock. Pero al mismo tiempo abrieron una nueva puerta hacia la popularidad, a ser pasados continuamente en la radio y, como anticipó el hater, telonear a los Rolling Stones.
“Lo que pasó fue que por primera vez tocábamos, llenábamos lugares, y todos nos cantaban las canciones”, cuenta Gonzalo. “Era gente toda desconocida, no gente de una escena. Y fue por la radio. Tuvimos cinco cortes y los cinco funcionaron re bien. Es totalmente a lo que apuntábamos nosotros: a que cualquiera se cope con la música. Que vayas a un festival y haya un tipo con la remera de La Trampa cantando los temas es muy raro. Eso nos empezó a pasar con ese disco, que tiene esa pregnancia e inmediatez. Es un pop más directo. Esperamos que nos vaya también bien con este”.
Este se llama El Encanto, y ya se puede escuchar en las plataformas digitales. Es un disco que demuestra una evolución, una profundización definitiva en el pop, un cruce indistinto de géneros, y un fortalecimiento sonoro de una banda que desde aquel momento que se subieron al escenario del Estadio Centenario sufrió varios cambios. Es, según cuenta Gonzalo, un disco que por primera vez refleja el estado actual de sus miembros. “Está todo metido”, sentencia. Es un trabajo maduro, conciso y ambicioso, que en su aspiración de mejorar concreta una identidad que hasta ahora estaba difusa.
Sobre este nuevo trabajo, los cambios y su próximo show hablan Luis y Gonzalo, la dupla compositora.
Engañamundos les abrió muchas puertas. ¿Cómo ven ahora ese disco a nivel de banda?
Gonzalo Zipitría: A partir de Engañamundos empezamos a funcionar realmente como banda. Veníamos del DVD y Luis había entrado un año antes. Pero Engañamundos fue el primer disco que hicimos juntos.
Luis Angelero: Viéndolo de lejos veo que nos estábamos conociendo. Por ejemplo, con Piden pista fue así: era una base electrónica, un house que nada que ver y lo transformamos. En esa modalidad nos empezamos a conocer. Porque yo por más que tocara la guitarra y todo, soy medio enfermito de ese palo, me encanta. En este disco me parece que desarrollamos más esa modalidad.
GZ: Y Luis se desarrolló más como compositor. Eso es lo que está haciendo más rica a la banda: que haya más compositores.
LA: Además Engañamundos tiene un audio que está bien y todo, pero El Encanto tiene nuestro mejor audio que nunca. Personalmente, en mi vida es lo mejor que plasmé. Siento que Engañamundos era demasiado inmaduro, por decirlo de una manera.
GZ: No sabíamos muy bien tampoco. En el momento hasta el mastering lo hicimos en un lugar que Gustavo nos había recomendado, pero tampoco sabíamos si estaba bien o si era lo que queríamos. Ahora hubo una determinación mucho mayor: ya sabíamos cómo queríamos que sonara, y no había nada que nos pudiera doblegar.
¿Engañamundos fue más una búsqueda, y sobre este construyeron El Encanto?
GZ: Exactamente. Aparte, lo que estuvo bueno fue que a Gustavo le pasó lo mismo con nosotros. Él tiene una experiencia de la concha de la madre, pero también nos empezó a conocer y vio hacia dónde teníamos que ir realmente. Hacia dónde consideraba que la banda tenía que evolucionar. En Engañamundos teníamos temas que eran más electro, por decir un ejemplo, y nos decía: “no, ustedes no pueden ser Depeche Mode ahora. Tiene que haber un proceso para que puedan tener una locura más desarrollada. Ahora tienen que hacer una transición”.
LA: Yo pensé que estaba re loco por esas cosas, pero en realidad está buenísimo lo que hace. El loco se embarra, a nosotros ya nos conoce y sabe lo que te dice. Yo hacía unas cosas en la guitarra y me decía: “este no sos vos”.
¿Cómo fue el proceso de componer ahora los dos juntos con más confianza y un objetivo más claro?
GZ: Yo estaba necio con la idea de no componer desde la guitarra y tratar de hacer algo distinto. Pero las ideas que salieron no las teníamos tan terminadas, y como Gustavo tenía un montón de laburo se fue dilatando. Por eso sacamos No me parece mal al principio, y lo hicimos con Fran Nasser. Él nos destrancó un poco en ese momento.
Fue un proceso largo y los temas también fueron mutando. En ese tiempo nosotros -y Gustavo también- empezamos a ver otra cosa. Cuando agarró los temas para mezclarlos se le ocurrían cosas radicales. Por ejemplo, Tu sombra la cortó a la mitad, e hizo todo un Hammond con una maquina de ritmos. Decisiones drásticas de los temas que cambiaban toda la visión del disco. Y ahí apareció Campari. El día que estábamos grabando las bases Gustavo nos pidió tres temas más. La hice arriba de una bata de Nico en dos días y terminó siendo un corte. Son esas cosas que salen de sorpresa.
¿Pudiste cumplir ese objetivo de componer por fuera de la guitarra?
GZ: Lo intenté sí, nos llevó un montón porque fue un objetivo de todos nosotros. Equivocado, el tema que abre el disco, tuvo 100 versiones. Estribillos tuvo como 15. Iba a ser el primer corte en vez de No me parece mal, porque buscamos sorprender, era raro. Lo grabamos, lo masterizamos, tuvimos los dos pero tuvimos un inconveniente y salió No me parece mal.
Llevaron un tiempo las canciones. Hubo mucho trabajo para llegar a un disco del cual estuviésemos contentos. Fue un proceso que incluso estuvo bueno para nosotros como banda. Necesitamos eso para romper con esas cosas nuestras y poder juntarnos a hacer música desde otro punto.
Porque también hubo cambios en la banda. Ya desde hace un tiempo no están Bruno Tortorella (teclados) y Federico Eguren (percusiones), y ahora ya no está más Pablo Mendoza (bajo).
GZ: Ese fue el cambio principal del disco. Lo empezamos y pasó eso con Bruno y Fede.
LA: Fue todo bien. Dentro del núcleo de la banda nos presionamos entre todos. Es una cuestión de compromiso, el que no puede se nota. Si vos no podés se nota, o si decís que no tres o cuatro veces a algo. Es como cualquier laburo.
GZ: Y es algo de compañeros también. Pablo dio un paso al costado, vino a hablar y dijo que estaba en otra ya. Lo podemos bancar porque somos amigos, pero nosotros estamos yendo por un lado y él por otro. Estamos mucho tiempo juntos y hay muchos egos, muchas discusiones, muchos puntos de vista también. Pero creo que pasa en todos los aspectos. Lo que sí por suerte algo que aprendimos es que a la banda la ponemos un poco más allá que la amistad. Ya tenemos más de 15 años, tenemos que entender que eso ya traspasa de ser amigos. Es mucho más importante.
En ese sentido, su caso es interesante porque están en un camino de ascenso en popularidad y al mismo tiempo empezaron una etapa nueva después de los 15 años.
GZ: Totalmente. Yo no lo puedo creer también. Hay veces que te dan ganas de tirar todo a la mierda, obviamente. A todos creo que nos pasó. Porque implica muchas horas de tu vida, sacrificar tiempo de tu hijo, de todo. Por eso también se toman ese tipo de decisiones, y no es de malo. Tenemos la mejor relación del mundo con cualquiera de los que estuvieron en Boomerang. Pero sí, lo que pasa es que nos encanta hacer esto, y tenemos una plataforma que nos permite desarrollarlo. Porque lo que pasó en esos 15 años es lo que nos legitima para poder seguir haciendo cosas bien, no empezar de nuevo. Ahora estamos reinventándonos de una manera que está buenísima. Este disco nos copa porque nos representa al máximo, y te diría que hoy es el disco que más nos conmueve de todos, nos parece increíble. Y llegar a eso fue difícil. No nos había pasado así de esta manera.
Me cuesta definirlo como una maduración, porque es raro decirlo en este momento de la vida, pero el hecho de llegar a un nivel sonoro que los representa, algo a lo que aspiraban, de cierta manera lo es.
GZ: Sí, es una maduración seguro y en el disco se nota. Se nota en el sonido y en las canciones.
Si bien Engañamundos fue un cambio grande, sobre todo porque pasó mucho tiempo desde Complicado, ahora se encuentra un sonido más propio.
GZ: Tiene más personalidad. Yo siento eso también. Está bueno que lo digas y mucha gente nos ha comentado que está bueno porque pasa eso, pero no deja de ser nuestro.
LA: Para mí tiene controlada la ansiedad también, ¿sacás? Está re relax, re fumeta, re slow. El audio me encanta, y eso fue lo que me gustó. Tiene silencios en los temas. Creo que esa sensación está buena y creo que es lo que te puede dar cierta madurez.
GZ: En Engañamundos aparecía algo de eso. En Basta de hablar, por ejemplo. Había canciones que empezaban a acomodarse hacia otro lado. Eso en este lo logramos condensar en un disco solo.
Además, aunque cada canción tiene lo suyo una unidad sonora. Está el tema pop, el rockero, la balada. Son distintos, pero son hermanos. Hay un ADN en común.
GZ: Es verdad (risas).
LA: Hubo cinco parejas de canciones.
GZ: Claro, Campari salió mucho después de No me parece mal, pero en realidad es un primo hermano. Claramente lo hice porque estoy con Luis escuchando la música y en No me parece mal nos entendimos y fue por ese lado. Y Fran produjo los dos temas, entonces hay una hermandad.
LA: Teníamos un poco de cagazo con esos dos temas, que pensábamos cómo íbamos a unirlos con los de Gustavo. Y ahora no puedo creer que lo escuchás y no te das cuentas que están producidos por otra persona. No sé que pasó.
GZ: Eran dos mundos distintos.
LA: Igual Campari y No me parece mal tienen ese sonido más analógico, mucha disto hay. Por ese lado emparejaron.
Esos temas producidos por Fran tienen un ritmo más latino si se quiere. Campari es como una cumbia rara, tiene un contratiempo interesante.
GZ: Está construido todo sobre un pattern de bata, es todo igual. Y en realidad decís que es medio cumbia, pero es medio dub. Es difícil de definirlo. Eso fue lo que nos gustó del disco. Gustavo buscaba que no se pudiera decir: "ustedes son tal cosa". Somos Boomerang ahora, y hacemos una cosa que es medio cumbiera, pero después tenemos otro tema que es ¿medio rock? ¿Es pop? ¿Entendés? No hay una referencia directa.
Con Quien quisimos sorprender y mostrar esta nueva etapa. Nos dimos un lujo de sacar un tema que no fuese radial. Canto en falsete, cosa que nunca hicimos y no hay casi guitarras.
Es un tema muy diferente sobre todo por la voz. Cuénteme como surgió ese tema y la idea del falsete.
GZ: Fue una de las primeras ideas: todo cantado en falsete. La letra creo que está tal cual al demo.
LA: Yo la ambienté. Me acuerdo que la primera versión era un Kanye West con 808 gigante. Pero no les gustó (risas).
GZ: ¡Dejá que los yanquis hagan su laburo! Somos uruguayos.
LA: Pero quedó la intención del piano, quedó todo igual.
GZ: Y Gustavo fue el que dijo que cantara en falsete. Él dice que es uno de los punta de lanza, en cuanto al sonido y en cuanto al pasito que va al otro disco. Por ahí hay un camino. Lo testeamos en la radio y eso, y tuvo tremendo resultado en el sentido que logramos sorprender a la gente para bien. Porque creo que suena muy bien, es nuevo. Para mí es nuevo a nivel de música uruguaya, es una propuesta que es nueva y moderna.
En ese sentido, ¿hubo una búsqueda de presentar un sonido más moderno?
GZ: Sí, un poco. No con la cabeza de “uy, ¿a ver qué se está escuchando?”.
LA: Lo que pasa es que depende en qué etapa. A la hora de hacer el tema para mí no. Porque así como Gonza largó la guitarra yo la agarré.
GZ: Claro fue al revés. En Vigilia, que es de Luis, se nota exacto eso: la guitarra acústica. Y la mía que es Equivocado se nota la máquina de ritmos. No tenía guitarras ni nada.
LA: En el audio lo que buscamos fue lo que más nos gusta. Lo que más me hace sacar baba del oído (risas). Ese plan, porque todo esto es probar y tirar hasta que funciona.
GZ: Parte también de lo que estamos escuchando todos: en Engañamundos estábamos escuchando a Kanye West y ahora escuchamos desde trap hasta Cobelli, que es profesor de Luis. Hay de todo. Hay una mixtura de cosas que también hace que esa búsqueda sea así. Queríamos sonar distinto a nosotros mismos. Eso sí.
LA: Capaz que en las violas hay una búsqueda así, porque soy de los que no les gusta el soleo y esas cosas. Acá las hicimos cada vez más mierda. Hay guitarras que parecen un arpegiador.
GZ: Y como no tenemos más tecladista pensamos en suplir teclados con eso.
Hablemos de Vigilia, que es otro de los caballitos de batalla raros que tienen en el disco, y de yapa está Fernando Cabrera. ¿Cómo llegó él al tema?
GZ: Se le ocurrió a Lucho. Escuchamos el tema casi terminado, íbamos a grabar las voces y ahí Lucho dijo: "boludo, acá tiene que estar Cabrera".
LA: Me parecía un tema de Cabrera, no se por qué. Gonza lo llamó, vino e hizo unos coros que casi me muero. “¿Es medio onírico el tema?”, nos dijo, y nosotros llorando emocionados con esos coros del final. Parece algo fantasmagórico, o que estuviese la cinta al revés. Y nos dijo que hagamos lo que queramos con esa voz. Fue re compinche, re buena onda.
GZ: Cuando le mandé el tema terminado me agradeció mucho y estuvo bueno porque lo sacamos un poco de su lugar. Lo pusimos en un lugar más moderno, por decirlo de una manera, y el loco quedó copado con eso. No se lo imaginaba. Y la mezcla está buena. Si la escuchás con auriculares te entra Cabrera por un oído y te sale por otro.
Además de Cabrera que su presencia es una grata sorpresa, el tema tiene el toque interesante de tener un puente electrónico, que a priori podría ser un injerto desubicado pero queda muy bien.
GZ: Todo eso es tocado. Eso es lo que está buenísimo del disco. Fue algo buscado: que fuera tocado y no tantas máquinas.
LA: Nico va a tener que tocar todo eso.
Bueno, ¿cómo harán para tocar todo esto en vivo el 11 de agosto en su presentación oficial? ¿Tienen nuevo bajista?
GZ: Sí, se llama Nicolás Nodar, el Wata. Toca en una banda que se llama Ópalos. Él es gran amigo mío, lo conozco hace mucho tiempo y es un guitarrista de la puta madre. Y una vez que Lucho se fue de gira con Alfonsina vino a tocar la viola con nosotros y funcionó perfecto. Tiene un hambre bárbara de tocar, se lleva muy bien con nosotros. Y el show va a estar buenísimo, queremos representar la estética del disco. No vamos a dar detalles pero lo que sí podemos decir es que estamos preparando algo.
LA: Va a ser bastante minimalista como el disco. Queremos jugar más con las luces y las dinámicas de los temas, y crear ambientes. Vamos a tocar el disco entero de una. Hasta el décimo tema. Unirlo todo, que sea compacto y que todo el mundo se vaya re copado. Van a ser dos bloques y después vamos a tocar el resto de los temas viejos.
GZ: Vamos a tratar de entrar en la atmósfera del disco, tratar de transmitir todo lo que quisimos hacer y dar todo.
Este próximo show de Boomerang será el 11 de agosto en la Sala Hugo Balzo. Toda la información aquí.