La bella crudeza de Mena

Kristel Latecki

Para mostrar sus primeras composiciones, Mena decidió capturarlas de la manera más natural y cruda posible: a instrumento y voz, o solo instrumento. Sin ornamentación ni post producción, aunque el mundo exterior se coló sin querer en la grabación y por allí suena una alarma de auto que casualmente quedó en sincronía con el tema.  

Primero fue grabado y mezclado por Fabrizio Rossi, y deja plasmado el carácter y la identidad sonora de Mena, que encuentra la atípica belleza en el arrojo del punk y la disonancia, y la combina con su interpretación autodidacta del bajo y el cuatro venezolano, los dos elementos sobre los cuales se construyeron sus temas.

Próximamente la cantautora participará de la serie Música para viajes interdepartamentales, cuyos primeros episodios fueron realizados por Fabrizio Rossi y Francisco Trujillo. Pero antes que llegue este disco podremos escucharla en vivo. Hoy presentará sus canciones en Tractatus junto a Alucinaciones en Familia, y con esa excusa hablamos de sus estudios y las canciones que hacen de este disco uno de los lanzamientos más interesantes y contundentemente personales del año. 

 

Recientemente fuiste a Argentina a hacer un curso, ¿qué estudiaste allá?
Fui a Buenos Aires a aprender a construir una guitarra eléctrica. Yo hago cosas en madera, restauro muebles y hago unos cuadros con láminas de madera con una técnica antigua que se llama marquetería o taracea. Ya había hecho en la UTU el taller de violería donde te enseñan a construir una guitarra clásica de estudio, y me puse a buscar en internet becas para moverme un poco. Finalmente conseguí una beca y me fui un par de meses a estudiar en una escuela de luthería en Olivos. Hice una guitarra tipo telecaster, que la terminé de lustrar en estos días y la armé anteayer. Voy a ver si da para inaugurarla hoy. Hace un tiempo que hago reparaciones y mi plan es ahora seguir construyendo guitarras por mi cuenta.

¿Cómo surgieron las canciones que terminaron en Primero? ¿Por qué decidieron capturar estas canciones de manera cruda y sin adornos? 
Las canciones de Primero las fui haciendo hace tiempo ya. Mi compañero Manuel toca el bajo y de tener uno en casa se me dio por componer algunas cosas con bajo y las grabamos así peladas porque así surgieron y me gustó dejarlas así. Obviamente que se podrían orquestar o tocar con banda, que es lo que estamos más acostumbrados a escuchar, pero no es necesario tampoco. Me gustan las cosas poco adornadas. Por lo menos en este momento; justamente, es el disco Primero. Supongo que con el tiempo me aburriré de hacer lo mismo y se me dará por probar otras cosas, o capaz que no. Pero la verdad es que cuando escucho algo que con poco suena contundente me emociona más que algo que precisó de un millón de elementos, retoques y adornos. Es bien un gusto personal. 

En el tema La Manada aparece una alarma, ¿eso fue fortuito?
La alarma de auto del tema La manada es lo mejor del disco, porque no lo hicimos ni el Fabri ni yo. Cuando estábamos grabando el tema, nos dimos cuenta que esa alarma que empezó a sonar seguro que se colaba, pero seguimos grabando y después al escucharla nos pareció un aporte buenísimo del ambiente. Porque además entra en una parte instrumental y se corta justo antes de que vuelvo a cantar. Fue sincronía total con el barrio, haberla sacado hubiera sido demasiada falta de sensibilidad.

Naciste en Venezuela y en este disco tocás con un cuatro. ¿Cuál es tu vinculo con el instrumento? ¿Quedó algo en tu música de tu vida en Venezuela?
Viví allí hasta los 6 años más o menos. Por eso es que cuando con Manuel salimos de viaje por Latinoamérica era importante para mí llegar a Venezuela para ver qué onda ese país en el que nací, pero del que no tenía muchos recuerdos. Y fue raro, porque mi cédula dice que soy venezolana pero en Venezuela soy extranjera también. Yo qué sé. Ahí fue donde me compré el cuatro, con un librito que te dice acordes y tablaturas de canciones populares, y empecé a tocar como me saliera nomás. Si me escucha un venezolano se pone a llorar, pero yo creo que quedó mucho de Venezuela en mi música, no necesariamente los temas que toco con el cuatro. Más bien lo impar, contratiempos, esa cosa que tiene la música caribeña que es como tirada desde arriba. Me encanta como te descoloca y a la vez calza perfecto. Y me gusta porque conscientemente no me acuerdo de la música venezolana que escuché hasta los 6 años, pero sin darme cuenta me marcó en lo que hago y en lo que me gusta escuchar.

Muchas de las letras son como pequeñas viñetas personales, y hay mucho de crítica machista. ¿Sentías la necesidad de dejar en evidencia esos machismos que son tan comunes? 
Cuando escribo la letra de un tema suele reflejar pensamientos o reflexiones que me pasan por la cabeza. No soy muy consciente de qué es lo que estoy plasmando ni parto de una intención, como decir “bueno, voy a escribir un tema de tal cosa”. Simplemente sale, como en un momento sale la melodía, sale la letra. Y así creo que salen las cosas más interesantes, sin una intención razonada. No es que tuviera la intención de transmitir un mensaje antimachista, pero si salió, evidentemente estaba en mi cabeza.

En ese sentido, ¿podés contar en particular el trasfondo de El Psicópata?
La canción del psicópata me la inspiró una relación que tuve con un amigo, que en un momento se puso un poco densa. Y recuerdo la rabia que me generaba en ese momento que el tipo no pudiera entender que la voluntad de una sola parte no alcanza. El tema ya tiene como 5 o 6 años y me gustó hablar de eso en una canción. Me gusta el encare del feminismo apuntado a las mujeres en vez de hacia el hombre: cambiarnos nosotras. Nosotras tenemos que reaccionar si nos dicen algo que no nos gusta, o nos hacen algo que no queremos, o nos menosprecian de la forma que sea. Es nuestra responsabilidad reaccionar. El quedarse calladas, genera mucho daño y creo que es eso lo que tenemos que combatir. 

En La Niña hablás de los miedos a crecer, ¿eso es algo con lo que luchás internamente? 
El tema de la niña es una canción de protesta contra mí. Contra mi yo de la infancia que dejó entrar todos esos miedos y traumas, y se aferró a eso como si fuera lo verdadero. Por eso lo de “maldita niña, que no quiere morirse, que no me deja crecer”, porque es reconocer en uno lo que hay que dejar morir. Es algo recurrente apuntar a lo de afuera, pero muchas veces no nos damos el tiempo de ver todo lo que cargamos dentro y del mal que nos hacemos nosotras mismas. Ese pensamiento evidentemente me está merodeando hace un tiempo y me parece interesante. Vi cómo mis letras pasaban de apuntar al de afuera, a hacer lo mismo pero hacia mí. Hoy por hoy, creo que es por ahí.

 

Mena se presenta con Alucinaciones en Familia hoy en Tractatus. Toda la información aquí.