Drip Clvb: el original pariseo que llegó al Velódromo

Kristel Latecki

Todo empezó con una charla de amigos, una idea y unas ganas de bailar músicas que no estaban sonando en la noche montevideana. Seis años después, eso que nació en un boliche creció hasta llegar a Sitio, la nueva carpa inaugurada en el Velódromo Municipal.

Drip Clvb surgió como un evento para armar una pista de trap, en un momento de mucha efervescencia y novedad en el género. Con oídos afinados y buscando lo más fresco de la música urbana, la Drip se transformó en uno de los espacios más populares de la noche montevideana, curando experiencias que –sin perder su esencia alternativa–, convocan a miles de fieles y llenan salas.

Este sábado 20 de julio ofrecerán lo que hasta ahora es su edición más importante: la bien llamada Dripódromo. El lineup tiene a Franux BB, RK Jota y A. Navarro, completado con Salastkbron y Mora Ga de Argentina. Será, según prometen, una edición para la historia y la perfecta ocasión para quienes aún no se hayan sumado nunca al evento.

Para repasar el camino que hizo la Drip hasta llegar hasta acá, conversamos con parte de este equipo: Mati Jara, director creativo, y Dalí, encargado de comunicación. 


La primera gota

La idea cayó una noche, que por trabajo Mati Jara y su socio Joaco Figares fueron al desaparecido boliche Monroe. Algo de su estética teatral, con telones y telas rojas, candelabros, bibliotecas, mezclado con la influencia de escena nocturna española, hizo que se les ocurriera llenar ese espacio elegante de trap. “Faltaba eso”, dice Mati. “Había una efervescencia de la música urbana. Y nos pareció tremenda idea, porque a nosotros nos gustaba mucho esa música y que sentíamos que teníamos llegada para poder conectar con mucha gente. Siempre decimos que tuvimos la capacidad de poder juntar personas que no comparten nada con nadie, pero con nosotros sí”. 

Entre amigxs creativxs armaron equipo y el 22 de noviembre de 2018 fue la primera Drip, con dos referentes del trap, LVZY y Crawler como DJs residentes y El Bastardo. Definiéndose como una fiesta de “rap, trap, twerk, dembow, bass y house” y más adelante con el tag “the original pariseo”, convocaron a unas 400 personas a inaugurar esta pista. “Fue una locura”, cuenta Mati. “También por cómo comunicamos la fiesta. Se salió de una con algo extremadamente particular, extremadamente directo. Si entendiste te va a gustar. Y también por el lugar, eso fue recontra importante. Que en ese boliche se estuviera pasando trap a todo trapo hizo que la gente pirara. Decían que no parecía un boliche en Uruguay, parecía que estaban en otro país”. Al mes siguiente ya estaban haciendo la segunda edición. 

Cinco fechas se hicieron en Monroe. En el medio, convocaron por primera vez a una DJ internacional, la argentina Konstanza y el reggaetón se empezó a colar por los cuerpos. “Y se empezó realmente a armar una pista más variada y con una biblioteca musical más amplia. Y a la gente le empezó a entrar más cariño todavía”.

Llegó el corte obligado de la pandemia, y entre las olas de apertura y cierre cultural, la escena nocturna montevideana tuvo sus complicaciones. Pero en noviembre del 2021 la Drip decidió volver, y el entusiasmo tuvo su eco. “Sacamos la fecha en Lotus, la comunicamos en tres semanas y fue un éxito”, cuenta Mati. “Pero fue un viaje, porque para mí esa fiesta tuvo un desfasaje con la música. Nosotros caímos con nuestro librito, y claro, toda la gente estaba extremadamente manija por escuchar los temas que no pudo escuchar en una discoteca en pandemia”. “Bad Bunny había sacado Safaera y no la habías podido perrear”, apunta Dalí. La gente se acercaba a la cabina a pedir todos esos temas y la Drip entendió que tenía que empezar una nueva etapa.

El desborde

En enero del 2022 tuvieron su primera edición fuera de Montevideo. En Punta del Este armaron un lineup repleto, con 7 DJs uruguayos y argentinos, y los shows en vivo de C.R.O y Davus. De vuelta en la capital, ampliaron este abanico musical incluyendo RKT, y reforzaron su idea de combinar la pista con los shows. Pero además, pegaron otro estirón y se instalaron en Montevideo Music Box, con capacidad para 1.200 personas. En la fiesta inaugural estuvo Taichu; en la siguiente Mesita y SoyTurista; a los dos meses les siguieron Knak y Six Sex.

“En Monroe ya habíamos hecho algún sold out”, recuerda Mati. “Pero en el Box, la segunda fecha que hicimos agotamos en el día del evento y la tercera, dos semanas antes. El fervor empezó a subir. Y la verdad que en esas tres, la propuesta artística estuvo de más. Para mí ahí se empieza a considerar a la Drip como un gestor cultural. De presentarte a artistas que no conocés, o no son muy mainstream, y asegurarte que el show está muy bueno”. 

Con una convocatoria que se encendía y agotaba cada vez más rapido, en noviembre del 2022, precisamente en su cuarto aniversario, hicieron otra apuesta mudándose a Hangar 33. “Se dieron muchos factores. Tuvimos la posibilidad de cerrar a Polimá Westcoast, y justo cuando cerramos el chabón se recontra pega en TikTok. O sea dos días antes de ir a la Drip estaban los Grammys”, repasa Mati. “Tambien Juicy Bae venía al Primavera Sound y la pudimos conectar. Fuimos con la comunicación de a poco, desvelando los artistas de a poco. Y la gente quedó pirando”.

Con las posibilidades espaciales que les daba Hangar hicieron una temporada que apostó a la variedad, con fiestas solo con DJs y otras sumando show en vivo. Hicieron Drippin’ in Brazil, una fiesta temática de ritmos brasileños con los DJs Deekapz, también otras noches dedicadas al RKT con el argentino DJ Tao o al neoperreo junto a la chilena DJ LIZZ. Pasaron por el escenario artistas internacionales como Ms Nina, AK4:20, Pablo Chill-E y Bardero$, que tuvo como invitado sorpresa a Neo Pistea. Además, se la jugaron con una primera edición en Buenos Aires.

Para la Drip, esas diferentes propuestas son el resultado de adelantarse a las tendencias. “Antes de pegarse el RKT, la Drip ya hizo su fiesta. Antes de pegarse el género urbano apareció Drip”, dice Mati. “A mi entender, el éxito más grande es que nosotros hicimos una fiesta de género urbano en el momento que no era mainstream, y de repente cuando sucedió, la gente miró para el costado y la Drip ya existía”.

¿Se podría decir es una fiesta de y para tastemakers?
MJ:
Es un buen análisis. Tengo un amigo que siempre dice: es re loco cómo la Drip a un sonido alternativo y underground, lo hace mainstream. 

D: El año pasado en la Drippin’ in Brazil vino Deekapz y los locos recién ahora van a ir a tocar por primera vez en Argentina. Esa búsqueda de lo que está por explotar nace justamente de un grupo de productores y gente involucrada que realmente está preocupada porque la propuesta artística y sonora del evento sea de calidad, sea diferente y a la vez sea disfrutable.

MJ: Yo creo que está bueno, a mí entender, despertar una búsqueda de música nueva. De buscar algo nuevo, de mostrarte un DJ diferente. Mostrarte gente grosa que gira internacionalmente y que anda por el mundo vagando y de paso, poner a Uruguay en el mapa internacional. Que los artistas sepan de que acá hay una buena industria musical. Porque si eso sucede, traen muy buenas cosas.

D: Otra cosa a destacar de Drip, es el paisaje que le empezó a otorgar a las personas. Desde un principio era algo tan especial y tan distinto, que generó un fanatismo muy fuerte. Hay gente que la siente muy propia y es muy hincha. Por eso, después de todos los cambios que la fiesta fue incorporando, la gente se siente parte.

Drippin’

La experiencia de la Drip empieza desde las redes. La comunicación que llevan adelante ha sido para ellos un diferencial, y fue intencional desde el primer momento, posteando como si te estuviese hablando un amigx. “El CM de Drip ya está posicionado como un personaje”, cuenta Dalí. 

Luego pasa a la curaduría musical, y a la ambientación, algo que por supuesto le prestan mucha atención y trabajo. En este momento la definen como urbana y futurista, con un toque humano. Y por supuesto, como cualquier fiesta, la Drip también la hace su gente, y se de debe a su público. “No dejan de ser protagonistas”, afirma Dalí. “Hablamos de que la Drip tiene su alfombra roja. La gente va, se prepara su outfit un mes antes para llegar y sentirse lo máximo. Porque sabe que a eso la fiesta le va a dar valor y va a apreciar ese esfuerzo. Siempre se presentó la Drip como un espacio donde se hace culto a la autoexpresión, autenticidad, individualidad. Y que todas las personas en sus diferencias, puedan ser celebradas y puedan vivir una noche única. Todo está pensado para que eso suceda”.

Por todo esto, la Drip ha cultivado un público fiel, que incluso ha hecho sacrificios para no perdérsela. Hay historias de gente que caminó kilómetros para llegar a Hangar porque perdió el ómnibus; grupos de amigxs que venden atados de leña para poder comprar las entradas; otrxs que vienen del diferentes puntos del interior e incluso desde Argentina. “A mí eso me hace pirar”, dice Mati. “Son cosas que las tomamos de una manera muy especial. Porque eso no pasa”.

¿Se puede decir que es una Drip para alguien que nunca fue a una Drip?
MJ:
Totalmente. Se armó para eso, para abrir el abanico. Y para que más público pueda conocer al evento y por ahí se rompan barreras y el "uy, no sé si es para mí la Drip ". 

D: Si nunca fuiste a la Drip, vení a esta. Y después vemos, pero ésta es una gran puerta de ingreso. Y también en la propuesta artística hay un equilibrio. Veníamos de unas improntas muy raperas y ahora vamos turromantikos, a pistear un poco. 
Y como decía Mati, queremos derribar eso de que la Drip no es para cualquiera. En realidad sí es para todxs, y sí es para que vengas a tener una experiencia distinta, donde sentís te cómodo y la pasás bien. Se te abren las puertas.

¿Esta fecha, en un espacio que tiene una capacidad de 3 a 5 mil personas, es una suerte de validación del proyecto?
D:
100%. Lo zarpado de esta fecha es lo que representa para el género urbano en general y la escena urbana en Uruguay. El Velódromo ya tiene un peso en sí mismo, y que se haga esto en un espacio que tiene una capacidad masiva enorme, y que esté a la par de Cumbia Club o de fiestas de electrónica es un hito en sí mismo.
Y también es una especie de validación de que esa locura que salió de una conversación entre dos amigues, puede llegar a ser algo relevante para la gente, la escena y para la industria. Se apuesta y sucede. Y ya veremos qué onda, pero pinta fucking histórica.