Constelación de estrellas: apuntes sobre un nuevo pop montevideano

Ismael Viñoly

“En el futuro todo el mundo será famoso por quince minutos”. La frase de Andy Warhol refería a un estado de ánimo vivido en su atelier –la Factory–, una galaxia poblada de “superstars”, donde Paul Morrisey o Joe Dalessandro, que si bien no eran famosos (como Susana o Moria) ni mediáticos* (como Guido Suller o Ricardo Fort), el autobombo que Andy creaba en torno a ellos los hizo vivir algo similar a las mieles de la fama. Y aunque entre aquel mundillo de Manhattan y este Montevideo hay latitudes y décadas de distancia, existen algunas similitudes. Especialmente con un grupo de artistas al que llamaremos como “nuevo” pop montevideano. Es una constelación de creadores que comparten rasgos y que habitan –como estrellas– una galaxia reducida: la del under montevideano de la segunda década del siglo XXI, donde lo importante no es ser masivo, sino tocar bien, verse mejor; y –conjuntamente– crear la fantasía de ser popstars orientales.

Son músiques como Eros White, Franco Bechi/Anxiety Report, A.M.I.G.A y GIA LOVE, que si bien produce música hace una década, pertenece a este mundo de afinidades estéticas y de artistas que reclaman su lugar en un tipo de eternidad, la del pop. Efervescente como una Coca, pero intensa como un rayo. Por eso entonces –tomando como referencia a este grupo– exploremos algunas de las líneas que vertebran a este movimiento musical montevideano.

La primera es cierta identificación con lo queer

La teórica Eve Kosofsky Sedgwick, definió a lo queer como “una red abierta de posibilidades, ausencias y excesos de significado cuando los elementos que constituyen el género o la sexualidad no son (o no pueden ser) forzados a un significado monolítico”.

Y ya mismo planteemos una pregunta imposible de responder: ¿Qué es ser pop en Uruguay? Si eso pudo ser identificado con Márama o Rombai; o antes con el pop latino de Chocolate, Monterrojo o Quién; o con los recientemente nominados en los Graffiti para mejor álbum pop; esto no tiene nada que ver. Lo “monolítico”, por ejemplo de la cumbia cheta, es contrastado ahora con prácticas de una música plástica y, en sus temas, más lanzada a lo experimental. Una apuesta más fan de lo gay que de lo popular, y de las distintas variedades de los éxtasis nocturnos que de romances veraniegos.

En este sentido, la activista Gayle Rubin plantea que existe una división entre una sociedad “respetable”, vinculada a lo heterosexual y que por fuera existen prácticas marginadas. En ese punto comienza lo queer. En artistas como Franco Becchi se toman prestados elementos de la imaginería andrógina y dark de Arca. Y en este pop se emplean medios digitales para su producción. Softwares como Ableton y Fruity Loops les permiten a estos productores producir música desde la comodidad de sus cuartos y con buenos niveles de calidad sonora.

Desde el punto de vista de sus influencias hay también afinidades

El Miranda más pistero y Javiera Mena son artistas que parecen unirlos. En lo internacional, las madres fundadoras: Madonna, Beyoncé, Britney Spears y Lady Gaga. Con respecto a sus paletas sonoras, se vinculan con tendencias contemporáneas como Charli XCX, SOPHIE y el sello PC Music. Algo que se escucha en el hit Wash Your Brain de Eros White y más aún en su Porfiado (Congreso Remix).

Sería incompleto reflexionar sobre este pop sin mencionar a Dani Umpi, que como iconoclasta local podría considerarse uno de los padres fundadores de este movimiento. Y su madre podría ser –sobre todo por su cercanía estética– Natalia Oreiro. La estrella nacida en el Cerro pero autoproclamada rioplatense, presenta looks que recuerdan al movimiento. En canciones como Tu Veneno; en su icónica tapa para la Rolling Stone, donde posa fotografiada por David Sisso y Enrico Fantoni como una sirena; o llevando a la pantalla grande la novela de Dani, Miss Tacuarembó.

En este pop se subraya el artificio, el maquillaje y las coreos. Pero también se añade la dirección de arte en sus perfos, lo que hace que estos artistas luzcan como superestrellas, divos/divas y dives, que conciben al escenario como un altar decorado con presupuestos modestos, pero con mucha creatividad. Esto lo emparenta con otra línea del movimiento, y es la de cumplir el sueño de ser un popstar, como plantea Hiela Piérrez de A.M.I.G.A. en este post o como Eros, que se autodescribe en su bio de Instagram como “Popstar uruguayo”. Este punto opera como una suerte de profecía autocumplida, y constituye una realidad que no existía. Pero que el hecho de enunciarla y auto bombearla en sus distintos instagrams, crea una suerte de micro superestrellato underground; autónomo de flashes y revistas como Gente, Galería o Caras.

El aspecto teatral y performático

Para entender a este conjunto es importante atender a su aspecto teatral y performático. En el libro Performing Glam Rock: Gender and Theatricality in Popular Music de Philip Auslander, se explora el Glam Rock como introductor de cierta teatralidad en la música pop. En este sentido, el autor sugiere las líneas teóricas de Richard Scheever y establece dos categorías para la performance. La primera es el doing - (to do) y es hacer una acción. Mientras que la segunda, Showing dowing, parece aplicarse más en nuestro movimiento, ya que bajo esta se ubican las prácticas performáticas basadas en un “hacer mostrando” y subrayando las acciones que son llevadas a cabo.

Y esto suena al nuevo pop montevideano, donde las performances y los estilismos son espectaculares. Si introduzco movimientos de balada, actúo de balada. Como por ejemplo, en los primeros compases de Adicta Reloaded de GIA LOVE, cuando entre nubes flota una voz sintetizada, como buscando respuestas que encuentra compases más tarde, en una canción que se sumerge en la pista de baile. GIA LOVE se adelantó al movimiento, pero también escribe su actualidad.

En astronomía, una constelación es el límite en el que se divide y agrupa el firmamento. Lo queer, la producción sintética, el autobombo, la fantasía de ser un popstar y un cierto fake it till you make it, son los elementos que separan a estos cuerpos celestes de otros sistemas. Aunque su irrupción en el medio local todavía puede considerarse marginal, sus modos hacen que la luz que irradian sea mucho más grande que una lamparita de 25 watts y sus performances invitan a una renovación en los cuadrantes del pop local.