El atrapante Problema de la Forma
Kristel Latecki
Esos dos ojos que se asoman de la boca abierta del anfibio los observaron durante toda su vida. La foto de su abuela paterna, Nelly Teresita García, disfrazada de animal y posando simpáticamente fue un misterio que desde chicos Sebastián y Martín Cáceres intentaban develar. No la llegaron a conocer, pero se divertían imaginando historias fantásticas con la “abuela rana” como protagonista, pero nunca supieron qué querían decir esos dos ojos ni a dónde iban con ese genial disfraz.
De grandes se volvieron a encontrar esa encantadora imagen, tras encontrarla en un rincón olvidado de la casa de su abuelo. Ahora tiene un lugar privilegiado en una de las paredes de la sala donde trabaja la banda, como la protagonista de un altar pagano. “Volver a verla nos trajo de vuelta aquellas historias que imaginábamos de niños, y a la vez, nuevas preguntas y teorías”, cuenta Sebastián. “Desde que empezamos a componer este nuevo disco, la ‘abuela rana’ ha estado cerca, supervisando todo con su mirada enigmática desde una de las paredes del Búnker. Al decidir el nombre del álbum, entendimos que esa debía ser la portada”.
Fran Cunha, diseñador responsable del arte de la banda y colaborador letrístico, lamentó no poder hacer su propio arte -como lo ha hecho desde los tiempos de Vieja Historia-, pero encontró que fue igual de motivante crear el mundo donde habita esta gran protagonista. A tal punto que se transformó en una misión preservar su intrínseco misterio. “La mayoría de las personas que la ven no entienden qué están viendo. En el bombardeo y la cultura visual donde decodificamos cientos de imágenes por minuto, eso para mí lo convierte en algo único”, afirma. “Nosotros mismos tenemos muchas incertidumbres con esa foto, y eso es lo que siento más unido en el concepto del disco: compartir incertidumbres. Yo siento así el título: la dificultad de querer expresar algo y perderte por no saber qué forma darle”.
No es humano ni reptil. Antiguo ni contemporáneo. Es algo a mitad de camino de lo que tiene que ser. Así, El Problema de la Forma adquiere una tonalidad más poética que su antecesor, y en sus canciones y sus letras evoca un estado de ánimo particular. Uno que parece ubicarse en el medio de un boscoso camino de búsqueda personal, pero que también se ramifica en senderos que se pierden en el interior. Hay ensayo y error, dudas y cambios; y tal vez, una dificultosa metamorfosis hacia la madurez, lo que sea que significa ser eso.
La búsqueda de perderse en Cárcavas. La dificultad de encontrar la forma de ser en Mercurio. La necesidad de tiempo en Volcán. El corazón emotivo y catártico de Selva, cuya música conduce al cuerpo para sentir la fluidez de aquel río.
“Buscamos unir las letras más por sensaciones y no tanto por un sentimiento o situación”, afirma Fran. “Jugamos mucho con el error y frases que se deslizaban bien aunque no entendiéramos del todo su significado. Convidar un poco de misterio, como esa foto que llegó a nuestras manos”.
Para Martín, principal creador de letras, el disco se explica con sus mismas palabras. “Si lo hiciste bien no se tiene que explicar, sino que cada uno puede hacer su propia historieta, que es la más válida”, dice. “Pero sí queríamos que tuviera una costura que representara los momentos de vida. Que hablara de la distancia, de la cercanía, de las relaciones. Y que abrazaran algunas cosas que escuchábamos por ahí, sentimientos que andaban rodando, y que por ahí una persona pudiera engancharse con eso y dialogar. No hubo así una sola temática, fue ir despertando en cada uno de los temas lugares distintos”.
En el llamado “laboratorio de letras” donde Martín y Fran experimentan con palabras y sensaciones, la intuición y la espontaneidad fueron la guía principal. Este es un trabajo que Gastón Solari, desde su rol de bajista, observa con admiración. “Son muy importantes las letras, lo que se dice y de qué manera se dice”, cuenta. “Con ellos he aprendido bastante a apreciar cómo una letra y una manera de decirla le da riqueza al asunto. Ahí veo a Fran y Tincho enroscándose con las letras y no paran nunca hasta que se graba. No es un proceso rápido. Creo que no liberamos nada al azar. Le buscamos la quinta pata al gato para que esté como queremos que esté”.
“Todavía nos queda un montón para aprender de salados que logran ensamblar ese tipo de cosas y paseos e imágenes que son tan importantes pero no son libros”, argumenta por su parte Martín. “Cuando chocan las palabras con la música se generan lugares nuevos y las melodías mandan también. Es súper importante para nosotros el lugar melódico. Tiene que ser algo que nos represente”.
Así se lograron hermosos detalles que van resaltando a lo largo de las escuchas. Grandes y memorables frases como “empiecen a aplaudir estoy tan perdido” o la sucesión melódica que corona el estribillo de Cárcavas, que parece moverse como dice la letra, “de un momento a otro”. Todos son apenas momentos que en suma hacen a un delicado y excelente trabajo. Uno de los destaques emotivos del año.
“No es que quiera ser una pieza de arte ni nada, es menos complejo de lo que parece”, dice Martín sobre cómo resolver este gran problema de la forma. “Buscamos la sencillez. Nosotros queríamos hacerlo fácil, pero los discos son eso: enredos y decisiones de cosas que al final desatás. Al menos para nosotros”.
Hermanos Láser realizan hoy su clásica Fiesta Láser en Bluzz Live. Toda la información aquí.