La vida acuática con Ceci Torres y Las Mantarrayas
Kristel Latecki
Flotando entre sintetizadores, bajos y guitarras sinuosas, y una voz dulce pero resuelta, aparece Mantarraya, el EP debut de la música Ceci Torres.
Junto a Ignacio de los Campos (Isla de Flores) que la acompañó en producción e instrumentación, Ceci creó un gran debut de canciones sutiles y suaves, pero con peligrosos aguijones que se visibilizan en versos que hablan de autodestrucción y crudas despedidas. En ellas se hace lucir una perfecta, atmosférica y un toque oscura combinación de rock y electrónica, con una voz maleable y expresiva que nos lleva hasta sus profundidades más sombrías. María Gabriela Epumer, Marilina Bertoldi, Alanis Morissette, Aterciopelados y hasta Nirvana, todes aparecen en destellos y referencias.
Mientras estaba grabando este EP, Ceci formó Las Mantarrayas, un quinteto completado con Lucía Pintos aka Mansa en el bajo, Camila Tornatore en batería, Nato Olivera en teclados y Flor Fielitz en coros, con la idea de colectivizar este trabajo musical y no ser la artista solista acompañada de músicas. “Se abre la posibilidad de que ellas puedan componer y funcionemos como banda desde todo punto de vista, desde planificar un toque hasta producir y ver cómo queremos sonar”, explica Ceci.
Con las canciones de Mantarraya, la banda tendrá su debut oficial este sábado en Animalas, el ciclo que retoma tras el encierro pandémico y vuelve a la Sala Camacuá, convocando también a Patricia Turnes y Rodra.
Para que nos cuente sobre la composición y el sonido de Mantarraya, además de la banda que adoptó ese nombre, hablamos con Ceci.
¿Qué tuvo que pasar que paso para llegar a este disco?
Empezar a creer que podía hacerlo. Siempre tuve bandas de covers de pendeja, tuve una banda que se llamaba La Cuestión que hacíamos rock y pop brasileño, tipo Marisa Monte, Lenine, Titas, Calcanhotto, todo ese plan. Y estaba buenísima, sonaba muy bien. Pero después la vida misma nos empezó a separar. A la vez yo había empezado a escribir varias cosas, había empezado clases de canto con Samantha Navarro y con ella empecé a explorar mi parte de compositora. Y a pensar que sí podía hacerlo, que podía escribir una letra, ponerle música y que eso fuese una canción.
¿Esa autocensura era algo que te trancaba?
Un poco sí, porque tenía ese concepto de que para hacer una canción tenés que ser música, tenés que haber estudiado. Y yo siempre toqué al guitarra de careta, mi padre es profesor de solfeo pero tampoco se dedica a eso y me enseñó algunas cosas en la guitarra. Pero fue sobre todo con Samantha, que me impulsaba para que lo hiciera yo, que podía ser una "cantautorta" como dice ella (risas).
Hice mi primera canción y la grabé en un estudio con Irving Carballo, que grabó las baterías y quedo buenísimo. Y ahí me empecé a copar, cuando lo hice en un estudio vi la magnitud que eso tenía y a lo que podíamos llegar.
Después me empecé a juntar con Fernanda Lazaga que toca el violín y Ximena Bouso que es percusionista, e hicimos una previa de lo que es hoy las Mantarrayas. Al final ese trío desapareció, y el año pasado me junté con Camila Tornatore -que es la baterista actual- y empezamos con ella y El Gavilán en el bajo, pero como algo muy momentáneo. Después se sumo la Mansa, y yo mientras iba grabando el disco.
¿Cómo fue ese proceso?
Lo empecé a grabar hace dos años con Ignacio de los Campos, que lo conocí en un taller de composición que hacía con Federico Baccino. Pegamos tremenda onda con él. Fue un proceso de año y medio casi dos, de juntarnos en varias casas porque él se pasaba mudando. Y yo tenía un conjunto de canciones pensadas para grabar en el disco, que al final fueron mutando. No fue nada que ver. Compuse también para el disco, porque pensamos el disco como una unidad, y había canciones que no estaban tan buenas, que no pegaban con el concepto.
Nacho le dio otro vuelo. Yo quería lograr otro sonido más llevado a lo etéreo y onírico, con muchos sintetizadores. Él tiene un montón de chiches en su estudio que los sabe usar muy bien. Y creo que con el aprendí, pude encontrar el sonido que yo estaba buscando para el disco, que no es lo mismo con las Mantarrayas que es otra cosa.
El nombre de las Mantarrayas ya venía re de antes entonces, ¿qué significa para vos? ¿Qué simboliza?
En realidad no siempre fue un animal que me gustara. La primera vez que escuché y me empezó a interesar fue por Lisa, la canción de Cerati, que dice: "mantarraya enséñame más". Y ahí busqué qué onda la mantarraya, qué bicho es ese. Tienen la particularidad de que parece que nadan y vuelan a la vez, por las aletas que tienen. Salen afuera del agua y aletean como un pájaro, que me encantan también. Las mantarrayas son muy colectivas entre las hembras y cuando consiguen comida la comparten entre todas, arman como una especie de comunidad. Aparte de que me parece un animal hermoso, tienen como un concepto desde lo feminista que me re va. Y el nombre me parece fantástico (risas).
En Mantarraya, el disco, el agua está muy presente, ¿fue algo intencional? ¿O se agruparon bien las canciones justamente por eso?
Sí, un poco por lo que te decía del vuelo que le dimos entre Nacho y yo. Aparte también me di cuenta que en mi carta astral está Neptuno, hace poco lo supe (risas). Soy de Tauro, es un signo de tierra, mi ascendente es Capricornio, otro signo de tierra. Y mi luna esta en Acuario.
Tengo una amiga que es una capa de la astrología y ella también se preguntaba por qué había tanta agua. Y se dio cuenta que en la casa 1 -que es una de las más importantes de la carta astral- tengo a Neptuno, que es el dios de los mares, de la creatividad y la expresión. Y es por ahí la cosa a nivel astrológico.
A mí también me encanta el agua, el mar, me encanta nadar, disfruto mucho del agua como elemento. Para mí es fundamental. Va un poco por ahí.
Y tiene también su simbología. En Tu Peso en el Río por ejemplo tiene su significado poético pero también físico.
Claro, tal cual. Tu Peso en el Río la compuse basada en un librillo que leí que se llama La Naturaleza de la Muerte, de Eugenia Ladra. Leí ese cuento y me salió una canción un poco dedicada a ese momento que estás flotando en el agua y pesás mucho menos. Esa historia igual del libro es mucho más triste, es una muerte.
Igual creo que se entiende en la letra, de hecho te iba a preguntar si se trata de un duelo.
Es un poco sí. Las canciones a veces las pienso dedicadas o inspiradas en ciertas cosas que me pasan en la vida, como a todo el mundo le puede pasar. Pero después logro despersonalizarlas, dejan de tener esa cosa dirigida hacia una persona. Ahora la escucho y me parece re linda desde el punto de vista poético, y ya no pienso tanto en el origen de eso. Puedo verla solamente desde el punto de vista poético y me parece hermosa. Es de las preferidas.
Siento que la despedida es algo que también aparece mucho en el disco. “Tu nombre no va a doler” dice en Tu Peso en el Rio. Y en Transatlántica también, ahí la persona se destiñe.
Lo que pasa es que también cuando decidís materializar algo que te pasa de alguna manera lo estás sanando. Cuando vos dejás sentado, escribiendo o haciendo una canción de alguna manera estás sanando eso. Te parás en un lugar, lo fijás y después lo volvés a leer al tiempo y se resignifica. Transatlántica era una canción larguísima que terminé detestando. Fue la primera que empezamos a grabar y la última porque ya no quería saber de nada con esa canción. Pero agarré la letra y empecé a tajearla y cortarla. Solamente dejé frases muy cortitas, y empecé a despersonalizarla. Cuando terminé ese proceso de sacar un montón de cosas que ya no eran necesarias, ahí me di cuenta que eso también le da cierto valor y otra significancia que empezás a ejercitar. Ahora agarro una letra y a veces me pasa eso de tipo: “ay que embole, cuanta cosa rimbombante”. Y empiezo a cortar y funciona (risas). Ahora para mí es capaz la canción más linda del disco. Me encantan los coros. Está muy influenciada por la música de Alanis Morissette que era muy fan. Tenía el poster de Nirvana y el de Alanis.
Bueno ahora que decís Nirvana, Transatlántica justamente es re nirvanera por la guitarra del principio. Es re Something in the Way.
¡Sí! Tal cual. Yo le dije a Nacho que se parecía, que tenía algo de eso. Ya me había olvidado de eso. Del Unpluggedaparte. Fue la única canción que grabé con la acústica, porque quería que tuviera otro sonido, pero es verdad, es muy Nirvana. Y bueno ahí está la influencia.
Lo lindo de Mantarraya es en parte ese sonido del que hablabas, esa unión de lo electrónico y onírico con las guitarras. Sin embargo, lo que está haciendo Las Mantarrayas la banda es otra cosa.
Sí. Hay cosas electrónicas que no están tan presentes, porque somos una banda. Pero a la vez el teclado le da todo ese colchoncito de ambiente que es lo que a mí me gusta también.
Me gustan Las Mantarrayas porque no he escuchado una cosa así acá. Creo que nos metemos en un lugar más de la mutación, de crear ambientes y que me parece que está bueno. No es electrónica porque no va por ahí, porque para eso hay otras que están buenísimas. Es una banda que la lleva por otro lado, puede ser popera, a veces rockera. Está en un limbo.
Dentro de la banda también es variado. A la Mansa le encanta Charly, entonces sus arreglos van para ahí. Cami viene del punk y le ha costado pila bajar, pero es un desafío para ella y le gusta pila poder verse en otro lugar y tocando otras cosas. Y Nato capaz que es más parecida a mí en lo que escucha.
Quiero seguir comentando algunas letras. “La que espera que te cruces con forma de flor”, ¿qué significa eso?
¡Qué decir! Es asociar elementos. Viste que el disco va mucho por el lugar de la naturaleza. Me encantan las plantas, me gustan mucho las flores. Aprecio mucho esa belleza natural de las cosas. Y fue algo medio poético, capaz que no te veo físicamente pero sí me vas a representar. Con esa flor capaz que me acuerdo de vos. Un color, una textura, una forma. Esa metáfora de alguna manera asociada a la naturaleza.
Hay un montón de palabras y versos que me llamaron la atención. Pero sobre todo "mi dolor expira hoy, pero es antiguo". El verbo "expirar" en particular porque no es una palabra que la gente utilice cotidianamente y menos en una canción.
Haciendo terapia me di cuenta que yo cargaba con muchos dolores antiguos, que eso pasa a cualquier persona. Que arrastrás cosas que a veces no sos consciente. Pero te tiran algo que a vos te puede doler pila y en realidad tiene que ver con esos dolores que no sanaron del todo o nunca querés aceptar que los tenés. Soy consciente de que eso es antiguo, pero soy consciente hoy y puedo transformarlo. Por eso dice que expira hoy.
Esa canción Soy el Agua la compuse para el disco con Nacho, tenía la letra y algo de la música y con él empezamos un día en invierno en Maldonado a componerla. Estuvo divino, nos fumamos dos porros y Nacho tiró unas bases ahí. Terminé de componerla abrazada a la estufa. Ahí fue que surgió esa frase.
Es de las canciones más electrónicas, un poquito más movidas. Y sí lo que me gustó de esa canción es las imágenes fuertes, las palabras inusuales. La “carne de cañón”.
Sí, habla del peligro que a veces yo me represento para mí misma. Ya la canción empieza con: “Otra vez vuelvo a llenar ese vacío / con excesos sin control hasta el hastío”. Excesos, tener alcohol, porro, cosas. Y entrar en esos viajes del exceso para ahí conectar con tu propia miseria, tus dolores y tus vivencias más crudas. Y de ahí sacar algo bueno.
Las canciones siempre son de alguna experiencia fea. Es difícil de que escriba algo feliz. Tengo un par de canciones que no están en el disco y tampoco hacemos con las Mantarrayas porque también son con las que menos conecto. Es lo que te decía: cuando escribo una canción desde ese lugar también estoy superando ese dolor. Entonces, de alguna manera necesito materializarlo para salir adelante. Acá termino esto, paso a algo nuevo.