Muñe Cach y el lado B de las relaciones
Ismael Viñoly
Muñe Cach editó Baraja, un álbum debut donde se oye un tipo de pop provocador que encuentra nuevas formas de decir y narra historias plagadas de sexualidad y sensualidad poética. Con un retrato de Nato rematado por el diseño de Carlitos Yapor, su portada recuerda al videojuego GTA Vice City, ambientado en el Miami de la década del ochenta y contexto ideal para un baraja: una suerte de ficha de figura citadina. No obstante, éste baraja se mueve por las aguas de la canción montevideana; y en estas coordenadas transita sin ataduras, entre ribetes de sintetizadores, cajas de ritmos y armonías de guitarras acústicas.
Si hay músicas que se definen por un lugar (como el country - campo en inglés), otras por su función (como la dance - para bailar), a la música del Muñe la define su actitud. Una estampa provocadora cuya lírica se revela contra la ingravidez. Cach se siente, gracias a sus picantes y afiladas letras, como un último mohicano de un pop uruguayo, que busca dar una batalla contra el letargo de lo cotidiano.
“¿Cómo ser feliz sin quedar loco?”, se pregunta en Torre Zen, apertura de un disco que apela al formato canción. Introducciones, versos y estribillos gancheros se suceden en canciones cuya construcción hacen a un álbum sumamente amigable. En Yira hay bajo montevideano, boliches coreanos y personajes doblados de pastillas. La canción parece mostrar a la perfección uno de los grandes motivos que gravita entre sus canciones: el descubrimiento del lado b de relaciones íntimas vividas en la ciudad que transitamos día a día. En Terrazas aparecen edificios y el hecho de mirarse (“de conocerse por terrazas”), de espiarse impunemente, como un voyeur de vacaciones en palabras de Federico Moura. cantante de Virus; o como en La Ventana Indiscreta (1954) de Alfred Hitchcock, donde el personaje es un mirón de sus vecinos.
Sucucho interior es hilada entre cajas de ritmo y diáfanas armonías de piano que recuerdan a algunas zonas de Charly García. Aquí aparece el absurdo: “torres de aspirina” se toman de la mano con un “anciano desbundando” y un “pez que se cree humano”. La canción brilla con un entusiasmo que “le da play al instinto”. Por otra parte, Hay un evento constituye una de las cúspides del disco. Un hit instantáneo perfecto para bailar lento. Entre sus armonías aparecen los retazos de una historia hecha de caramelos, maniquíes, bisexualidad y consensos. La canción tiene la arquitectura de una balada y el dramatismo propio de un vínculo amatorio cuando es nuevo y aún permanece en el mundo de lo informe.
Sobre el final, el álbum guarda un espacio para las colaboraciones. Está Victoria Brion,en Corazón Darki, donde aparece otra lectura del término “baraja”, que alude lo que nos tocó ser y con ello jugar (“yo soy mi baraja”). Dani Umpi y Pau (Tres Pecados - Alucinaciones en Familia) aparecen bajo la metáfora explosiva que da título a Coca y Menthos, un reggaetón calmo y romántico; y continúa nuevamente con Pau en Pibes Perros, una cumbia alternativa dónde los teclados al inicio parecen salidos de una banda sonora de John Carpenter, para luego ingresar en los pretiles del mundo cumbiero. Los feats dotan de vida a la propuesta y funcionan bien expandiendo de forma muy juguetona el universo musical compuesto por las ocho canciones mencionadas anteriormente.
Actualmente Muñe Cach prepara su segundo álbum y una presentación de Baraja, prevista para el próximo 11 de diciembre. Desde sus ensayos se puede comprobar lo prometedor de sus próximas canciones y también la extraña química que une a Los Caramelos, la banda con la que toca en vivo y con la que ensaya en algún lugar del Brazo Oriental.
En cuanto a la producción, Luis Angelero acompaña de forma sobria y correcta arreglando un disco que presenta a Damián Cacciali, el Muñe, como a un letrista y cantautor liberado de prejuicios. En una sociedad de algoritmos, donde algunos buscan salirse del papel del consumidor inventariado, la voz de Damián, mediante la puesta en escena de situaciones incómodas en melodías confortables, parece abrir un canal de comunicación perfecto para ese posible conjunto de seres anónimos.