Cosquín Rock Uruguay: sobre el pogo y dos jornadas imparables
Para el Cosquín Rock, el pogo es parte fundamental de su marca. Su hashtag oficial es #NosVemosEnElPogo y sus redes prometen el más grande de Latinoamérica; ya en el predio festivalero, su cartelería da la bienvenida precisamente a meterse dentro de esa manifestación física tan unida a la cultura rockera.
Sin embargo, lo que dejó evidente esta tercera edición uruguaya del Cosquín, es que el pogo ya no es propiedad exclusiva del rock. Mientras en las redes llovían detractores sobre la variedad de la grilla, en los escenarios se vio una verdadera comunión y disfrute de todas las propuestas y todos los géneros musicales sin distinción.
Hubo pogos clásicos, de esos emocionados que saltaban al ritmo de himnos que atraviesan generaciones, durante los shows ineludibles y al hueso de Divididos, La Vela Puerca, No Te Va Gustar, Skay y Los Fakires, Trotsky Vengarán y también con el debut de Mota, con algunos temas infaltables de Once Tiros. Hubo pogo alimentado tanto por la rabia feminista como la alegría desenredada, como en Eli Almic, Marilina Bertoldi o la propuesta más punk de Sara Hebe.
Acá el pogo aparece en el pop, y va más melodioso y cantado como en Conociendo Rusia y Bandalos Chinos. Pero también –e igual de grande que los rockeros– hubo pogo trapero gracias a Dillom e Ysy A; uno comandado por el público más joven, que coreó hasta las barras más rápidas al mismo tiempo que lo daba todo en las “ollas”. Y además, por si fuera poco, hubo un pogo “agachadito”, comandado por la increíble Luana.
La gracia de los festivales está justamente en la diversidad. En la posibilidad de armarte tu propia grilla y que todos los públicos se unan en la emoción sin importar los géneros musicales. Es el lugar para conocer diferentes artistas que por ahí no se nos cruzan en otras ocasiones, y por ahí, que te agarre por sorpresa un pogo.
Acá les dejamos una suerte de recorrido Piiila por el festival que con entradas agotadas dejó otra enorme edición.
Kristel Latecki
VIERNES
Dillom
En el atardecer del día viernes Dillom empezó fuerte y al medio un show para un público que recibió cálidamente sus canciones más conocidas (Pelotuda y Post Mortem), pero que también vino con varias sorpresas. Por ejemplo, su guitarrista, se enganchó a hacer tapping y a interpretar Eruption de Van Halen; y aparecieron otros guiños al rock como cuando comenzó a soltar los versos de Una Vela de Intoxicados.
En Rili Rili desplegó con fuerza la estética visual de su show. A caballo entre Los Locos Addams (1991) de Barry Sonnenfeld y con elementos muy cutes (como emojis tiernos con forma de corazón), conceptualiza muy bien su propuesta. Es que Dillom tiene esa asombrosa capacidad para pasar del trap, al pop (Mi Bicicleta) y al punk (Ola de Suicidios) en cuestión de segundos.
Dylan León Masa demostró que la multiplicidad de fuentes de las que bebe su arte es inacabable y que su música se niega a encasillarse dentro de un género. El guasón del trap argentino presentó un show entretenido, jugado y con un final a puro volúmen que probó –una vez más– que un trapero puede ser un rockstar. – Ismael Viñoly
Bandalos Chinos
Sólo dos minutos después de la hora anunciada, 19:57, con el público corriendo para llegar al escenario Renault, en silencio toda la banda inundó el escenario. Empezó bien arriba, meta hit. El primer tema fue Mi Fiesta, e hizo ya ahí que fuera la de todes. El agite no demoró en llegar, la segunda canción ya tenía a todes en clima y se gestó un mini pogo, con Departamento. Después llegó el saludo en voz del cantante: “qué lindo volver a Uruguay, la vamos a pasar bien.” La promesa se cumplió, la banda tocó un solo tema tranqui, lo de más fue todo para bailar y agitar. Como el cierre, que fue a tope. Con fuerte presencia del saxo, las guitarras y el bajo, bien instrumental. A esto se le sumaron unos pequeños gritos a modo de arenga del cantante, que por momentos sentado en un amplificador miró a su banda tocando la pandereta. El público se gozó una hora y minutos de estos argentinos del bien que están copando la escena de rock alternativo en toda Latinoamérica. – Karen Parentelli
Marilina Bertoldi
Sus canciones en vivo son otras, realmente, no suena como en los discos de estudio. Pero eso no quiere decir que sean malas, sino que tienen una presencia de guitarras muy rockeras, y ella les da más tiempo, más segundos a cada tema. La argentina tiene bien en claro que está en el Cosquín Rock Uruguay, que ella es una rockstar y que ahora está “preparada”. Le habló bastante a la gente, para saludar confirmó una teoría: “Son el mejor país, es verdad lo que dicen." Su presentación fue en el escenario Antel, el ruedo estaba a tope de público, ya eran las 21 horas. Contra la valla estaban las que habían ido a escucharla. Algún varón, sí, pero al frente mujeres, que cuando empezó a decir que se venían las últimas canciones, y pidió más agite, el coro desde abajo del escenario fue “el toque de las pibas”. Cantó temas de su último disco Mojigata, pero los momentos más intensos fueron con las canciones de Prender un Fuego y Sexo con Modelos. Se desapareció del escenario después de 50 minutos de rock, sin tiempo para bises. – KP
Sara Hebe
No es joda lo de la hora acá. La cantante argentina se plantó en el escenario pidiendo agite, cuatro minutos antes del horario pautado. Fue por los temas nuevos para empezar, los que están en el disco Sucia Estrella (2022) sobre todo y también en Politicalpari (2019). Tenía un público cautivo que sabía todas sus letras feministas con una fuerte crítica al sistema patriarcal y capitalista, y bailaba a pleno su hip-hop electrónico con sonidos de carnavalito. “Venimos con rock, estamos en el Cosquín Rock Uruguay”, gritó cuando ya parte de su peinado estaba desarmado por tanto movimiento que dió. Cantó un nuevo single Made in Taiwán, pero obvio que igual metió Asado de Fa y El Marginal. Desde el escenario dijo "para recordar viejos tiempos", y después se auto rezongó: "pero si somos re jóvenes". Prometió volver pronto, se despidió, pero volvió feliz, porque: "esto es increíble, podemos hacer uno más". Y la canción que su público le pidió fue Esa Mierda, de 2012, y así se cerró. – KP
SÁBADO
Eté & Los Problems
Con el sol picando fuerte, ni bien se dejó de escuchar la última canción de Milongas Extremas en el escenario pegado, la banda de Ernesto Tabárez empezó a tocar Máquina del Tiempo. Con fuerza siguieron con La Bandera, y ahí a las 15:15 el vocalista acostumbrado a otros horarios saludó: “Buenas noches a todos, muchas gracias por venir tan temprano”. Se corrigió al toque, y la música siguió. Fueron temas del último disco Hambre y de El Éxodo los que más sonaron. El show tuvo invitados. Subieron trompetistas de La Vela Puerca, pero lo más alto estuvo cuando entró Dani Umpi en escena a darlo todo, para cantar juntos el tema La Yuta, con un remerón verde que contrastaba contra el vestuario full black de todos los Eté. Todo siguió bien arriba en el ruedo, porque cantaron Jordan, y ahí ya todo el público se levantó a full. Pogo manso, a lo uruguayo, a las tres y media de la tarde, hasta que se despidieron con Hambre. – KP
Julieta Venegas
La jornada ya estaba casi a tope de público, y Julieta Venegas empezó su show sentada frente a su teclado. Una multiinstrumentista, porque en la segunda canción ya tenía pegado a su pecho el bandoneón. “Qué alegría. Es una belleza, desde acá puedo ver sus caras. Gracias, es una hermosura.” Es que la luz del sol la acompañó durante toda su presentación. Primero, sus últimos temas, después hizo poner al público en modo fan activo, todos sacaron sus celulares para filmar. Cantó Lento y Limón y Sal. Cuando ya tenía la atención de todos, paró para hablar sobre el miedo que sentimos las mujeres al salir a la calle de noche: “esto tiene que cambiar, tenemos que revisar lo que estamos dando por sentado.” Y cantó Mujeres, un tema contra el acoso callejero. Antes de irse hizo Me Voy, pero no se fue y cantó El Presente. “Decimos hasta pronto Uruguay, gracias”, dijo, y con toda su banda saludó al público, que espontáneamente coreó un “Olé, Olé, Olé, Olé, Juli, Juli.”. – KP
Conociendo Rusia
Conociendo Rusia amenizó el anochecer del festival. Vestido con flecos, cuero negro y una Stratocaster dorada arrancó con 30 Años, canción cuya versión en vivo se benefició por su alto volumen y por la presencia de un público ávido de propuestas rockeras.
La energía siguió con un repertorio de canciones de soft rock y varios momentos en los que Mateo Sujatovich dejaba de cantar para que la multitud coreara sola sus canciones. El músico se ha posicionado como un continuista del rock argentino y ha tocado varias veces en Uruguay (metió un Teatro de Verano, tocó con No Te Va Gustar); quizás eso explique el “Olé olé olé… ruso, ruso” que emergía entre sus canciones.
No Aguanto más tu Amor le rinde un claro homenaje a Los Rodríguez y en Cosas para Decirte finalizó con un profundo y climático solo de guitarra eléctrica que creó el marco perfecto para el vagabundeo intimista de Cabildo y Juramento, otro de sus hits.
En síntesis, Conociendo a Rusia tuvo la valentía de realizar un espectáculo sobrio con un sonido impecable. Sin efectos especiales, presentó un set en donde a fuerza de canciones construyó la fortaleza de su espectáculo y otro de los grandes momentos en la Rural del Prado. – IV
YSY A
Conocía rumores sobre la energía de sus shows en vivo, pero debo decir que su performance superó mis expectativas. Como un rockstar salió a comerse el escenario entre máquinas de humo, lanzallamas y en Cuántos Términos mostró la necesidad que tenía el público de bailar, saltar y gozarse con un YSY estelar.
El vivo definitivamente es uno de sus fuertes. Portador de un carisma superior –a caballo entre el divismo de Moria Casán y el Duki– en el escenario Antel se pudo apreciar una presencia escénica y un sentido del humor único, que hasta tiene tiempo para bardear y polemizar con su público y salir airoso.
Uno de los shows con más presencia adolescentes y con más cantidad de círculos armados para poguear. El Hombre Sismo presumió la cadena más pesada de la escena y su capacidad para ser headliner en un festival de rock logrando una comunión total –no sólo con el público más joven– sino que con la totalidad del Cosquín.
Un Alejo Acosta prácticamente solo en un escenario gigante hizo que su Trap de Verdad se convirtiera en un pico altísimo en la segunda jornada del festival. – IV
Divididos
Otro de los platos fuertes. El power trío apodado “la aplanadora del rock argentino” llegó al predio del prado más vigente que nunca. El festival es como una segunda casa para la banda –participaron en su primera edición y tocaron luego varias veces más– lo que se evidenció desde el primer momento.
Luces calientes atravesaron la mente y los oídos de los espectadores cuando de la nada sacaron a relucir Ojo Blindado, el hit de Sumo. Las citas a la banda de Hurlingham fueron constantes en el escenario, pero volviendo a Divididos: el trío compuesto por Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella demostró su vitalidad y que esas canciones que uno escuchó toda la vida (Tengo, su cover de Sandro) siguen con vida.
Catriel Ciavarella merece un párrafo aparte. No solo es uno de los bateristas más expresivos que ha dado el rock argentino, sino que su toque tiene la teatralidad de Keith Moon y la contundencia de John Bohman. Arnedo, por su parte, tuvo su momento slap en Azulejo canción que en vivo se vuelve muchísimo más peligrosa que en el estudio.
Y Mollo –como siempre– a sus 65 años sigue siendo un anfitrión de sonrisa abierta, que le dió a los miles de personas la dosis de rock pesado que vinieron a buscar. Y –obviamente– un cover de La Rubia Tarada y un ¿Qué tal? para que nadie dejara de bailar. – IV
Luana
Mientras las guitarras hardrockeras de Airbag sonaban a full con sus éxitos e incluso versiones de A Don José y Por una Cabeza, Luana se plantó en el escenario Renault con varias cosas para demostrar. Para empezar llegó preparadísima, con un look inspirado tanto en Lady Gaga como en Kiss, y un show ajustadísimo a nivel milimétrico para romperla en este ambiente de herencia rockera. Y así fue.
Estudiosa de las más brillantes estrellas pop y con una trayectoria festivalera intachable, la “Princesita de la Plena” desplegó toda su capacidad y talento, conquistando al público con sus temazos pleneros y una voz que literal despeina.
Comenzando fuerte con A Ella y con hits como Mi Primera Amor e Inocente, hacia el cierre dedicó unas palabras para quienes dudaban de su presencia en el Cosquín, y deshizo todas las dudas con una interpretación del “segundo himno uruguayo”. Así presentó, con vientos y tumbadoras, El Poeta Dice la Verdad de La Trampa. Con mandíbulas por el piso, sonrisas de punta a punta, pogo agitador y coros a los gritos, el público respondió con un fervor absoluto. Nadie dudó ni un segundo en darlo todo y acompañar a Luana en darse el gusto en este gran y consagratorio show.
Después de este momento altísimo en la última noche del festival, las emociones y el baile se mantuvieron con su nueva versión de Que Digan Lo Que Quieran de Natalia Oreiro y por supuesto, el fin con Lo Siento. Saluden a nuestra diva soñada, Luana. – Kristel Latecki