Dukódromo: histeria y pogo. El regreso del DUKI a Montevideo
Ismael Viñoly
DUKI volvió a Montevideo para demostrar su estatus de leyenda argentina del trap. Una hora y media de recital en donde los 15 mil presentes recorrieron los distintos momentos de su viaje musical y en donde mostró, finalmente en tierras uruguayas, su capacidad para dar un show estelar.
Una luna brillante le hace de marco a una multitud que camina hacia el Velódromo Municipal. Adolescentes que verán su primer gran recital, madres y padres con sus hijos; y hasta “baby dukis”, unos niños con los tatuajes del DUKI pintados en su cara. Todes se dan cita para ver a la gran estrella masculina de la música argentina; que parafraseando a una de sus letras, hace solo cinco años empezó tocando para 30 personas y que ahora ya llena estadios.
Hora y media antes de que comenzara su recital, Knak abrió el show con buena presencia de público. Pese a ser telonero la gente coreó sus canciones y demostró que está apto para cosas más grandes. Además, generó el primer gran momento de la noche cuando invitó a Davus para que juntos interpretaran Ricky. La respuesta del público varió de atenta a manija, ya que adelante del escenario se iniciaron los primeros pogos. Luego estuvo The La Planta, que brindó un show sólido y distendido en donde –tras sus gafas de sol– dejó claro que el público urbano y el de la cumbia están más mezclados de lo que parece.
Ambos actos sirvieron como antesala perfecta para el reencuentro entre el público uruguayo y el DUKI, cuya última visita databa del 2019 y tuvo un perfil mucho más bajo. Pues este regreso se da en el marco de “La hazaña musical de la década”, ya que Mauro Lombardo viene de agotar no uno, sino cuatro estadios Vélez Sarsfield.
@kristelatecki Después de 4 años sin venir, @dukoyasupiste volvió Montevideo y agotó entradas en el Velódromo Municipal con su gira Desde El Fin del Mundo. Después de salir al escenario y tirar todo abajo con Givenchy, siguió el intenso pogo con Hello Cotto. #duki #montevideo #uruguay ♬ sonido original - Kristel Latecki
Aproximadamente a las 21:15 hs salió al escenario con un chaleco Palm Angels y un short Gucci para –ante un mar de celulares– abrir fuerte y al medio con GIVENCHY. Acompañado de su banda aparecieron también los primeros fuegos artificiales y la intensidad de un público que coreó, saltó y sudó durante todo el recital. Su vuelta siguió con Hello Cotto y Tumbando el Club, que interrumpió cuando detectó que una persona de la multitud se descompensó (lo que repitió en varios momentos de la noche). El momento del feat llegó más adelante, cuando se le unió el rapero argetino C.R.O. para cantar hARAkiRi y crear el momento más electrónico, pistero y bailable del espectáculo. Llamativamente, TOP 5 adquirió matices más rockeros y fue otro highlight: la canción se benefició con la fuerza de una banda que le aportó crudeza a varios de los temas.
Por el contrario, Antes de perderte le dio al set una pausa de intimidad romántica cuando empezó a llover y los presentes coreaban entre la lluvia: “Un día prometimos que sería pa siempre”. Este mood continuó con Ticket, tema introspectivo que benefició al set list al bajar la intensidad y cuya baja se mantuvo intacta en los primeros versos de la BZRP Music Sessions #50, para después escalar ya sin ningún tipo de lluvia ni de canciones románticas.
Un párrafo aparte merece Malbec y su flauta viral, que se vió interrumpida cuando un pibe se coló al escenario para tomarse una selfie con DUKI y siguió con She Don't Give a FO. Uno de sus máximos hits que fue salvajemente coreado por un público adolescente que –por momentos– parecía estar viendo a los Beatles en Japón. Para el cierre y prácticamente sin voz dijo “Aguante Uruguay, cortá la vaina”; y casi sin aire abandonó el escenario frente a 15 mil espectadores, en los se apreciaba un sentimiento de unanimidad sobre el éxito del recital.
Trap de estadio
En We Are the Champions, episodio 5 del documental Seven Ages of Rock, se analiza el pasaje de un rock de teatros y arenas cerradas a uno de estadios. Momento en el que las mejoras técnicas del sonido en vivo posibilitaron shows como Queen Live At Wembley o el Live Aid en la década del ochenta. En cierta forma esto es lo que pasa con el urbano argentino. Uno parecería sentirse tentado a decir que estamos en la edad del trap de estadios, en donde sus máximos exponentes tocan a todo culo y en donde las visuales suben los decibeles y ganan protagonismo.
DUKI llegó a Montevideo acompañado por tres mega pantallas y un juego de luz exorbitante. Visuales psicodélicas en HD que amplificaban su imagen y que transformaron al show en algo mucho más instagrableable. Lo que tiene todo el sentido del mundo, ya que estamos en un momento donde los artistas y sus audiencias interactúan de forma cada vez más directa (hay muchísimos recortes del trapero en twitch); y el Duko parecería beneficiarse con ello, porque su presencia escénica genera cierta cercanía y distancia.
Distancia por toda la parafernalia mencionada y cercanía que se ve en varios detalles. Por ejemplo, la responsabilidad para con su público (algo sobre lo que muchas bandas de rock podrían tomar nota). El recital fue parado al menos en cinco ocasiones cuando advirtió la presencia de chiques que se sentían mal. Nada raro, sino más bien adolescentes y jóvenes viviendo sus primeras experiencias con drogas, alcohol o simplemente sofocados con el calor. En cierto sentido, “elles” podrían ser él mismo. Porque DUKI –si bien tiene toda una vida creativa por delante– no tiene formas de divo y sigue siendo un chico de 26, que juega a los mismos videojuegos y seguramente escuche a los mismos artistas que sus fans.
Hace un año en el programa de Vorterix Paren La Mano, el DUKI afirmó ser vulnerable e inseguro y por eso su estrategia para encarar su carrera musical se basa en “atacar con todas por las dudas”. Eso fue lo que se vivió en el Velódromo Municipal: luces, visuales, banda, pirotecnia, y –por las dudas– un repertorio de canciones cuyos gritos de los adolescentes todavía retumban en mi cabeza. Todo esto generó una noche consagratoria que –unida a las visitas de WOS y al show de Ysy A en el Cosquín Rock– presagian una era en donde el urbano estará cada vez más al centro de la escena.