El día que Charly García volvió a Uruguay
Kristel Latecki
Alejado de la capital. En un pequeño quincho. En una escenario apretado por siete músicos. Ante un selectísimo público. En un día especial, Charly García volvió a subirse a un escenario uruguayo luego de una larga ausencia.
No fue con la pompa y circunstancia que lo trajo la última vez al Teatro de Verano, sino que se trató de un asunto más bien secreto e íntimo. No solo por lo limitada de las localidades sino por la posibilidad de que no sucediera. Pero sucedió.
Era 23 de enero, el día en que nació Luis Alberto Spinetta, y también, el Día Nacional de la Música argentino desde 2014. Pero además, es el día en que nació Zorrito Von Quintiero, y para celebrarlo decidió, como hace todos los martes de este verano, subirse al Escenario Fattoruso de Medio y Medio y rendir homenaje a iconos y referentes de la música regional. Pero en este día fue diferente. Ese día el homenaje fue en vida.
Junto a Julieta Rada, Zorrito creó el show Rockeo y Julieta, acompañados por una excelente banda conformada Matías Rada, Federico “Dinamita” Pereda, Lobo Núñez y más músicos de primera, y que pudo encarar cualquier canción que tiraran sobre el escenario.
Con una platea llena, y el exterior del quincho repleto con casi la misma cantidad de personas que había adentro, el show intentó desarrollarse con normalidad, comenzando con canciones como Dos en la ciudad, Seminare y Alma de diamante; pero había una ansiedad y felicidad palpable, que se recargaba cada vez que Zorrito adelantaba lo especial que serían los invitados. Y no defraudó.
Pasada la mitad del show, luego de una genial versión de Negro por los Rada, Charly García salió al escenario, escoltado por tres personas que lo depositaron en el asiento del piano de cola. Y con sus dedos largos tocó los primeros acordes de Cerca de la revolución, puntualizado por los aplausos que todavía sonaban.
A pesar de que los presentes sabían muy bien quién se sentaría en ese piano, su llegada creó inmediatamente un ambiente de suma veneración, asombro y respeto. Su fragilidad era visible desde lejos, y sus intervenciones en el micrófono fueron escasas. Pero sobre la fortaleza de la banda y con la mirada atenta y supervisora de Zorrito, dejaron versiones para el recuerdo de Rezo por vos y Tu amor.
Luego del tercer tema, Charly pidió un descanso, y siguió Julieta, que con una voz que se lució durante toda la noche lideró Promesas sobre el bidet. Los homenajes siguieron, dedicados a Elvis, a Bowie, a Mateo, a Vinicius. Hasta que fue el turno del mismo Rubén Rada que luego de la debida ovación cantó su potente hit Malísimo. Y de repente, volvió Charly para acompañarlo en el piano. Durante esos pocos minutos se juntaron dos iconos de la canción rioplatense, probablemente haya sido una ocasión única.
Charly siguió con la enérgica Fanky, hasta que pidió más rock. Más rock. Zorrito, como buen maestro de ceremonias, dio la orden para que Dinamita arrancara con Break it All, momento uruguayo de rock clásico y Shaker.
Charly, y una nueva edición de Rockeo y Julieta, se fueron con Demoliendo hoteles. Y no hubo que esperar hasta el final para darse cuenta de que este se trató de un momento memorable y un punto altísimo en la historia del festival.
El público parado y bailando dio el punto final con una ovación mientras de nuevo el músico argentino era cargado hacia el backstage. Luego se lo vería yéndose del restaurant, mientras que los que todavía quedaban lo aplaudían nuevamente de pie.
Aunque esta estrella se esté debilitando, todavía tiene un brillo y una fuerza de gravedad que atrae, genera un sumo respeto y deslumbra con intensidad.