Ojos de TV: Niña Lobo y "Lo que Duró la Vida de Alguien"
Ismael Viñoly
Guitarras lavadas en reverb, melodías que remiten al indie de bandas como Real Estate y algo de Jangle Pop –mezcla británica de post punk y power pop– son algunos de los sonidos que circulan entre las canciones de Lo que Duró la Vida de Alguien, el nuevo disco de Niña Lobo, editado hace días de forma independiente.
La composición de su primer LP oficial fue iniciada durante los primeros meses de la pandemia. En el momento en que la banda estaba en pleno auge –venían de la edición varios EPs, un álbum compilatorio lanzado de forma física, iban a participar en el Montevideo Rock– tuvo que cortar abruptamente con sus shows en vivo. Es entonces el resultado de un trabajo de dos años de idas y vueltas, que suena como un buen retorno y una reafirmación estética de lo que venían proponiendo las lobas.
El álbum arranca con Jaime R, canción que toma al ícono de la música uruguaya desde lo literal y dialoga con su canción Amándote. (“Quiero pedirle perdón a Jaime Ross / Porque me dijo no te enamores de nadie… “). La letra irrumpe con un timing perfecto a horas de su retorno a los escenarios con Medio Siglo. Suena bien por su ocurrencia, su absurda simpleza y también porque recuerda a un chiste sobre arte contemporáneo: cuando dos visitantes van al museo y al ver un urinario expuesto, uno le comenta al otro “¡yo podría haber hecho eso!” y el otro le responde: “Sí, pero no lo hiciste”. Niña Lobo tiene mucho de eso de cosas que estaban allí y podrían haber sido dichas por otros autores, que no lo hicieron.
En esta línea, las letras de Niña Lobo se caracterizan por pintar dramas adolescentes (Siempre que No Me Respondes), por su sencillez y su efectividad. Son directas, sin poeticismos, ni giros retóricos. Una adolescencia ansiosa plagada de fandom y vivida dentro de una habitación repleta de pósters y figuritas. Por ejemplo, en Natalie P que rinde homenaje a la actriz y en Hannah M –“No puedo mirar nada con contenido sustancial porque me pongo mal / Miro Hannah Montana / porque su vida es irreal–, pinta una vida telegénica, como la del personaje de Miley Cyrus, que resuelve dramas existenciales en períodos de 20 minutos, lo que dura cada episodio o cada capítulo de esa vida.
En No Soy Yo y Cara Perfecta asoman con mayor protagonismo los sintetizadores. Algunas de las armonías en Perfecta recuerdan a la banda The War On Drugs y la multiplicidad de voces hacen que pueda ser una canción de estadio para escenas de desolación doméstica; desolación continuada en La Vida de Alguien que parece romper el álbum en dos partes y baja las revoluciones. Romcom es breve, pero su letra, “Ya no quiero pensar en todo el mal que me hicieron las películas románticas”, introduce una idea simple y poderosa: la de las narrativas que nos contamos y en las que creemos. En cierto sentido somos lo que comemos, y mucho de lo que creemos está basado en las historias que nos contamos. En «Lo que Duró la Vida de Alguien» el consumo nostálgico de sitcoms, de televisión por cable y de cultura pop de los dos mil, son una plataforma perfecta para contar el desamor. Por otra parte, Amiga funciona como un gran cierre de un álbum que abre con una enigmática portada, presenta a un 18 de Julio en una versión cyberpunk con una personaje que podría pertenecer al repertorio de referencias que maneja el disco.
Hay una matriz Ramonera cuyo punto cúlmine se encuentra más literalmente en Perro Agonizante, pero que existe en el interlineado de las demás canciones. En el sentido de uniformidad: las canciones de Niña Lobo poseen estructuras parecidas y armonías similares. La repetición de los recursos hace que Lo que Duró la Vida de Alguien suene como una gran canción que se desgrana capítulo a capítulo y termina configurando una vida. La de quién sabe quién; la de alguien, la de todes.