La misteriosa oscuridad de Phoro

Foto: Bruno Nogueira

Foto: Bruno Nogueira

Kristel Latecki


Escuchar la música de Phoro es como entrar en una habitación totalmente a oscuras. De a poco los ojos se acostumbran a la ausencia de luz y empiezan a encontrar sutiles siluetas; luego formas definidas. Al rato se consigue tener consciencia del espacio, aunque por supuesto, limitadamente. 

Un ruido de sintetizador. Un golpe seco de percusión. La melodía de la voz. Todo va apareciendo a su debido momento, construyendo una estructura de apariencia frágil pero de fortaleza intensa. Y aunque los sentidos logren distinguir con cierta claridad las imágenes que evoca, cada elemento siempre está sumergido en un atractivo y hermoso misterio.  

En Aljibe, el segundo disco de Phoro editado hace unas semanas, el minimalismo y la sutilidad son la norma. En él, Pati Horovitz regresa a las canciones y a la guitarra luego de un tiempo dedicado exclusivamente a la pista de baile; tenía cosas para sacar para afuera.

“Me fui muy para adentro en este disco”, cuenta. “Toqué temas frágiles, delicados. Y no siempre la gente está de humor para escuchar cosas tan melancólicas. Cuando te levantás ponés algo más choto y más alegre. A mí me pasa. Yo no sé si pondría un disco de Phoro mientras cocino, me corto las venas (risas). Pero es lo que me salió. Es un reflejo mío, no puedo hacer nada con eso”.

El seguidor de Phoro (2016), su disco debut, significó para ella también un regreso al formato banda. Desde sus comienzos adolescentes como cantante de un grupo de covers de blues -donde tocaba con el padre de Paul Higgs, Lulo-, no había podido hacer de su propio proyecto musical algo colectivo. Con el aprendizaje que le dio el tiempo y estas nuevas canciones encontró a los colaboradores perfectos, liderados por su pareja, el músico Sebastián Gagliardi. 

Es con su banda, conformada por Faba Sánchez en bajo, Bruno Berocay en batería y Juan Bra en guitarra, que se presentará este jueves en la fecha PiiiLA del ciclo AUT OUT, junto a Piel. 

Para meternos dentro de este oscuro Aljibe musical, conversamos con Phoro.

 

Comenzaste tocando en una banda de blues, ¿cómo hiciste el cambio y comenzaste a forjar algo tuyo?

El blues y el rock están de más. El blues particularmente es un estilo que me encanta, pero es siempre igual. Es difícil desarrollarlo y generar algo creativo con eso. Vivíamos haciendo covers y en un punto me aburrí y me fui. Quise hacer algo mío y me puse a hacer canciones. Traté de armar bandas para tocarlas, pero por una razón u otra no llegaban a ser lo que yo quería. A mí siempre me pasa que tengo mucha más idea que la capacidad que tengo para hacerla. Y soy muy exigente, entonces me choco contra eso. Cuando veo que no es lo que yo quiero, o lo que sé que debe ser me frustro. 
Entonces me colgué a producir, primero con el Logic, después con el Live. Sin ningún tipo de expectativa, solo por la necesidad de hacer canciones. Y me enamoré de la producción. Porque ninguna de las pistas se va a revelar contra vos, podés dominar todos los elementos. Y nadie va a faltar. Básicamente por eso me puse a producir.

Es un método también bastante esclarecedor, porque tenés todas las herramientas para encontrarte a vos misma.

Absolutamente. Y además yo no soy una música mega virtuosa a la hora de tocar instrumentos. Sí soy una gran nerd generalizada. Y lo que te da producir es poder hacer cosas más allá de tus habilidades de cierta forma. 
Me di cuenta que tengo más cabeza de productora. Igual me encanta tocar y cantar, pero me hago mucha idea de lo que es la producción. Es algo de lo que me di cuenta con el tiempo. Me atrae mucho.

¿Cómo se fue puliendo entonces el proyecto Phoro?

Todo se fue dando muy natural. Algo que fui aprendiendo con el tiempo es que cuanto más honesta soy, mejor se me dan las cosas. El tema es que es difícil darse cuenta cómo uno puede ser más honesto. Empecé a subir las canciones humildemente en las redes y empezó a llamar la atención. Me hice una Fanpage y como no puse fotos mías, me escribían mensajes pensando que era un hombre. Típico, ¿no? Pero como no esperaba nada cualquier respuesta era algo increíble.
Empezó a escalar hasta que Martín Craciun, que organiza el Soco Festival, me invitó a tocar en el marco del Fest Contrapedal. Era en un mes ponele y no sabía cómo hacerlo, porque todo estaba pensado para tocar con banda. Fui directo al Palacio de la Música, me compré un Launchpad y me armé en Live para poder tocarlo ahí. Así es como llegué a eso: por desesperación. Y aprendí sola.
Eso fue en el 2013 y hubo tremenda reacción. Para mí siempre fue todo inesperado. Jamás creí que esto pasara, ni en mis sueños más locos. Me llevó fuera del país varias veces. Y sigue siendo surrealista.

Ahora que tenemos una escena electrónica más fuerte que hace unos años (y vos siendo parte del colectivo PULSE es algo que ves a diario), el tema del Live es algo que es bastante reciente, ¿sentís que se viene rompiendo del estereotipo del músico electrónico que solo larga la pista y nada más? ¿Se está revalorizando su figura?

No sé, depende de quién lo mire. Entre los que hacemos música está re valorizado eso. Pero entre los que no, e ignoran todo el trabajo que lleva eso, no se valoriza. Yo toco en fiestas ponele, en la Warehouse con miles de personas, yo no sé si esos chicos jóvenes tienen idea si estaba tocando Live o era DJ, porque a los efectos de la experiencia para ellos es lo mismo. Pero obviamente hacer Lives tiene un peso, es mucho más complicado. Una cosa es tocar Live con las canciones con un máximo de 30, 45 minutos y otra es durante 3 horas improvisando. Es arduo realmente. Igual te metés y se goza, me ha pasado que estoy tan metida que no me doy cuenta dónde estoy. Y de repente levanto la cabeza y hay 3 mil personas adelante mío. Me abstraigo porque es la única forma de meterte y lograrlo. 

Después de tu segundo disco estuviste un tiempo viviendo en Berlín. ¿Qué aprendiste de estar allá?

Que en Uruguay estamos a un nivel elevadísimo en lo que es música electrónica. Le podemos dar 40 mil vueltas a lo que hay en Europa. En lo personal, los Lives que vi le faltaban personalidad y sangre. Y los que hay acá están increíbles, tienen mucha personalidad. No sé si es lo latino, pero hay algo extraño que sucede acá que no tiene que pasarse desapercibido. Es impresionante el nivel. Por momentos te digo que me parecía mejor acá. Estamos muy bien vistos. 

¿De donde entonces viene tu afinidad por lo ambiental y atmosférico?

Soy bastante extremista en general como persona, bastante intensa se podría decir. Y tengo intensidad para los dos lados, me llenan las dos partes: tengo ese lado profundo, introspectivo, melancólico muy fuerte; soy emocional y sensible. Y por otro lado tengo esa cosa de ser medio fiera, que lo vuelco más a la pista. Son dos viajes diferentes que me llenan completamente. Por ejemplo, en la pista podés ser más libre, más abstracto. Ahora que volví a tocar con banda tengo que ceñirme más y me acuerdo por qué me había ido de eso (risas). Pero también sé que para crecer en ese proyecto tenía que formar una banda. Y ahora se dieron las condiciones para formar una que me gusta y que suena. 

¿Este disco fue pensado para banda?

Más o menos. Primero hice las canciones y después las toqué con la banda. En el disco hay dos canciones que las hice hace dos años: Mi dulzura y Aljibe. Para el resto sí ya había estado la idea de tocarlas con banda pero no me condicioné por eso. Por suerte mi novio Seba Gagliardi que es un gran músico, fue el que me dio la gran mano de orquestar bien la banda. Él tiene mucho conocimiento en eso. 

¿Es el director de la banda?

Sí podría ser. Es un tipo muy ejecutivo y es muy buen músico, con una muy buena cabeza y visión. Él me da la gran mano en eso. Yo hice las canciones, él estuvo en el proceso grabando sintes, pero a la hora de la ejecución él es la gran pieza.

¿Cuál fue el puntapié inicial para crear Aljibe?

Extrañaba mucho hacer esas canciones; tenía ganas de hacerlas. Para mí lo que fue más interesante fue todo lo que aprendí estos años que no estuve haciendo este tipo de música, que me dediqué solo a hacer música de pista. A forjar mi otra carrera. Aprendí mucho de la parte técnica, la producción y de lo más abstracto. Y tenía muchas ganas de aplicarlo a esto. 
Yo soy muy de aburrirme de una música, por suerte tengo los dos estilos, y desde un punto tuve mucha necesidad de volver a las canciones. Me sentía muy llena de cosas, de sentimientos, de ideas. Necesitaba un lugar para expresar todo eso. Igual creo que lo dos estilos se recontra mil nutren, y creo que es más lo interesante de este segundo disco.

Este disco suena más maduro que el primero sin lugar a dudas. Tiene mucho silencios, mucho espacio.

Me encanta el minimalismo. En la pista lo que más toco es el minimal techno, deep house. Naturalmente siempre me salió lo minimaloso.

Cada canción se arma de unos pocos elementos. Están regidas por atmósferas y sensaciones. 

Apunta más a lo sensorial, a la textura. Es mi forma de sentir. Algunos necesitan hacer miles de cambios y millones de capas de cosas para expresar algo, y a mí me gusta lo limpio. Quizás la música es más despojada en algunos momentos, aunque en otros es bastante recargada igual. Y mi voz es bastante melódica. Tiene ese equilibrio. Siento que metí más letra que en el disco anterior. Siempre me gustó de chica escribir cuentos fantásticos, gané concursos de escritura también. Me atrajo siempre Edgar Alan Poe, lo oscuro y lo raro.

Eso es lo que también resuena en las canciones. Hay un mundo oscuro, fantástico y onírico.

Correcto. Y además cada canción habla de algo puntual. El otro disco tiene más ideas abstractas. Acá toqué temas personales, de mi sentir. A veces me siento medio culpable de que sea tan egocéntrico, pero en la pista vos estás al servicio del otro, tu trabajo es que la gente baile -además de gozarte vos-. Y este tipo de música es algo más para uno. Me doy cuenta de eso por hacer lo otro.

Aljibe es una palabra muy evocativa, puede tener connotación positiva y negativa. ¿Cómo surge esa canción y queda como título del disco?

El “aljibe” simboliza muchas cosas. Tiene algo musical: ponés tu cabeza dentro de un aljibe y hace eco. Siempre me intrigaron, hay algo antiguo ahí. Esa sensación de vértigo de no ver lo que hay en el fondo. Eso es muy loco, te lleva a otra dimensión. 
Para mí este disco es algo súper profundo y da toda esa sensación del aljibe. El misterio de que cuando te asomás no ves el fondo, no sabes qué hay ahí. Hay una palabra en alemán que me encanta que es "das unheimliche", en inglés sería “uncanny”. Es algo que te da miedo y te da gusto a la vez, algo raro y familiar. Me encanta ese concepto, me siento 100% identificada con eso. 
Igual la canción Aljibe la escribí cuando estaba muy deprimida y habla de la depresión. De sentir que estás adentro de un tubo negro y no podés ver más allá. Es una sensación desesperante, no tener cómo salir. 

A menos que te tiren la cuerda.

Que te ayuden para poder ver el mar, como dice la canción. Para escribir letras visualizo mucho esas cosas. Es lo que más me ayuda a escribir. Ahí empiezo a encontrar las situaciones.

Hablemos del tema Mi dulzura.

Habla de mi dulzura, literalmente. Hace un tiempo hice una canción que se llama No me sumás, que salió como single, y era re violenta en la letra. Era medio punk, estaba muy enojada cuando la hice, y mega justificada. Eso fue lo que me salió. 
Y esta canción es el opuesto. En realidad, cuando uno se enoja tanto como uno se suele enojar, es por la vulnerabilidad. Por eso básicamente. Decime como te mostrás que veo lo que realmente hay detrás. Si vos te plantás de cierta forma usualmente estás escondiendo lo opuesto. Y yo siento que tengo esos dos lados, soy súper sensible y dulce, y también puedo ser lo otro.

¿Necesitabas mostrar ese costado tuyo que por ahí no estaba en manifiesto en las anteriores canciones?

Puede ser sí. Es así; reconocer ese lado y no plantarme como una mujer súper poderosa.

A veces uno siente la necesidad de mostrar que sos una mujer re empoderada, pero en realidad te están pasando un montón de cosas y estás hecha mierda.

Y está de más expresarlo. Es la realidad. Todo lo que está escrito ahí es real. Es lo que hay, y es lo que a veces no se ve. Creo que eso es lo más lindo de todo.
Mucha gente me dice que es su favorita del disco. Tiene ese contenido emocional. Y como te decía: cuanto más honesta soy siento que mejor me va. Esta es otra prueba de eso. Sé que si yo lo siento los demás también. 

 

Phoro se presenta junto a Piel este jueves en AUT OUT en la Sala Vaz Ferreira. Toda la información aquí. 

Además, fue elegida por el festival Primavera Sound para participar de su edición 2019, junto a los uruguayos de Sante Les Amis, F5 y Bonish.