Conocé a Romina Peluffo
Kristel Latecki
Romina Peluffo viene gestando su música desde que tenía siete años. Por allí comenzó clases de flauta dulce y solfeo, más tarde cantó en coro, pero al tiempo dejó. Y lo que siguió fue un largo camino de 30 años para que volviera a reencontrarse con la música, con canciones, letras y melodías que tenía en su cabeza desde hace años.
La semana pasada Romina estrenó su primera canción, titulada OBSESA, con mayúsculas. Porque se trata de un tema contundente, que carga con el peso de un vínculo fallido, un deseo obsesivo de que las cosas fueran diferentes. Pero no lo son. Como la letra, la música (producida por Santiago Peralta y conformada por una batería in crescendo, un bajo inmóvil, una sutil guitarra y los lejanos coros de Laura Gutman), se enrosca en si misma y no logra resolverse hasta el final. O más bien concluir abruptamente, cortar por lo sano.
Con esta excelente canción Romina se da a conocer al mundo como músico, algo que por un largo período ni pensó que fuera a pasar.
Sobre todo este trayecto que la llevó a su primer disco, nos cuenta Romina.
Tuviste un acercamiento temprano a la música pero te volviste a reencontrar recién 30 años después. ¿Qué te motivó a retomar de nuevo?
Difícil contestar esta pregunta sin contar mi vida entera, y nunca tuve mucha capacidad de síntesis, pero lo intentaré. No fue una sola cosa. Creo que se dieron las circunstancias para que cuajara algo que, en realidad, venía cociéndose a fuego lento desde hacía muchos años. Yo ahora siento que toda la vida estuve viniendo para acá. Después de que a los ocho años abandoné la flauta dulce, seguí buscando. Me anoté en el coro del colegio, en el que también duré poco. Después en el grupo de teatro. Otro año de experimentos (aunque la actuación es un camino que nunca abandoné). A los 15 o 16 empecé a escribir poesías, y más o menos en ese período me convencí de que lo que quería hacer era escribir. Empecé a estudiar periodismo, luego viré hacia el cine, fui guionista, escribí cosas para la tele, dirigí cortos. En fin, di un montón de vueltas -que ahora interpreto como un largo rodeo- hasta volver al primer amor, que era la música. En aquellas poesías adolescentes yo creo que ya estaba la semilla de las canciones.
A principios del 2015 yo venía de un año muy difícil en el que había seguido buscando y había seguido dándome la cabeza contra las paredes. Andaba atrás de ese lugar en el que pudiera sentirme como pez en el agua. Había colaborado con Laura (Gutman) en las letras de algunas de sus canciones, y sabía que era algo que se me daba bien. Me había animado a descartar el cine, que era lo que había estudiado. A fines del 2014 me animé a descartar la literatura, que era lo que desde siempre había creído que quería hacer. Eso fue muy liberador. De pronto todo era posible. Estaba en un momento personal horrible, pero lo bueno que tiene tocar fondo es que sentís que no tenés nada que perder y te volvés como más temerario. Me dije a mí misma: “me compro una guitarra y empiezo a estudiar, y si a los tres meses no encaré, la vendo por MercadoLibre y ya fue”. Pero encaré. Y al poco tiempo de empezar las clases empecé a componer.
¿Cómo fuiste encontrándote como música? Cómo fueron saliendo tus canciones?
Bueno, esta es otra pregunta difícil porque también es algo que viene desde hace mucho y que no sé explicar muy bien. La canción que abre el disco, por ejemplo, es del año 2005. No puedo decir que la compuse porque no sabía tocar ningún instrumento. Pero la letra y la melodía vocal las inventé en ese momento y nunca más me las olvidé. Perdí el archivo donde estaba escrito el texto, pero no se me olvidó ni una palabra. Y también conservé la melodía en mi cabeza. En el 2015, cuando aprendí las primeras nociones básicas de composición, le puse música y se volvió una canción completa. Así que vivió durante diez largos años sólo en mi cerebro. Hay otro tema del disco que es un caso parecido. Era un poema que escribí en el 2004 y le inventé una melodía en el 2005. En este caso me olvidé una estrofa entera, pero creo que quedó mejor ahora. Yo no puedo explicar muy bien por qué se me daba por canturrear melodías cuando ni se me cruzaba por la cabeza que yo, efectivamente, pudiera dedicarme a la música. Pero lo hacía.
Después hay una tanda de canciones que son del 2014, que fue un año tremendo pero al mismo tiempo muy fructífero. Las escribí como poesías pero al toque les empecé a inventar melodías. Estas solo tuvieron que esperar un año para volverse canciones con música y todo. Después hay otro grupo que ya surgieron como temas musicales, algunos como resultado de ejercicios que me mandaba el Chapa (Juan Pablo Chapital, mi profesor de guitarra), otros de quedarme bobeando con la guitarra y empezar a tararear algo. Hay de todo, como en botica.
¿Cómo nació OBSESA?
OBSESA es de la cosecha 2014. Estaba en medio de una crisis generalizada, y evidentemente bastante obsesionada con una historia. Una noche de invierno empecé a jugar con las palabras y a escribir estrofas y de pronto no podía parar. Me colgué fuerte con la estructura y estuve un buen rato como en un trance hasta que la terminé. Unos días después empecé a tararear la melodía. El primer demo, que grabé con el celular, es solo mi voz y el sonido de mi pie marcando el ritmo. Era mucho más lenta, pero la esencia estaba. En el 2015 le puse música y se empezó a picar. Después, cuando empezamos a trabajar con Laura y Santiago (Peralta), fue de las primeras canciones que agarramos. Santiago propuso algunos cambios de estructura que funcionaron muy bien. Y creó unos arreglos de guitarra increíbles que le dieron ese toque medio de western que tiene por momentos. Laura improvisó unos coros hermosos y definió el ritmo de la percusión en un cajón peruano. Cuando escuché el primer boceto que grabamos con ellos en su casa, a principios de 2016, no podía más de la emoción. No podía creer que realmente era una canción mía, y que había quedado tan buena. Fue un gran momento.
El video es simple, pero bastante contundente, ¿cómo fue ideado el concepto?
En un principio íbamos a hacer un video con Leticia Jorge, que es amiga y directora de cine, y está casada con Pablo Stoll, que también es amigo y director de cine. Ella fue la que eligió la canción. Estábamos trabajando juntas en una película que ella dirigió y en la que yo actúo, y en cierto momento se volvió inviable para ella hacer las dos cosas. Entonces se sumó Pablo, que había escuchado la canción y se le había ocurrido algo. Fue divertido porque yo iba a la casa de ellos y ensayaba un rato para la película y después me juntaba con Pablo por el video y decíamos en broma que era como una hija de padres separados, que iba de un lado al otro.
Como teníamos un presupuesto cercano a cero, yo había pensado una idea bastante trillada pero que se podía hacer con pocos recursos. Con mucho tacto, Pablo me disuadió, mostrándome sendos ejemplos de videos parecidos a lo que yo había pensado. Y me propuso la suya, que formuló más o menos así: “Sos vos corriendo y cantando a cámara. Lo hacemos en una cinta caminadora”. Era difícil imaginar el resultado, pero confío ciegamente en Pablo y me entregué. Lo único que le dije fue que quería que el rojo fuera el color predominante, porque es el color del disco. Pasaron muchos meses entre que lo filmamos y lo vi, ya terminado. Cuando terminé de verlo me dio un ataque de risa y pensé que estaba increíble, mucho más de lo que podía haber imaginado. Lo he mirado unas cuantas veces y no me aburre. Me parece que le aporta toda una nueva dimensión a la canción, que a fin de cuentas es lo que uno quiere de un videoclip, y en realidad no pasa siempre. Yo estoy muy copada.
¿Cómo será tu disco debut? ¿Ya tiene nombre?
El disco se llama OBSESA. No sé decir cómo será. Son diez canciones. Algunas son más tranquilas, más lentas. Otras más en la línea de OBSESA, aunque ella es bastante única en su clase. Supongo que el género es Rock Pop, ponele. No sé qué más decir. Y creo que prefiero no decir mucho.
Lo trabajaste con Santiago Peralta y Laura Gutman, cuáles fueron sus roles?
A mí me gusta decir que ellos son mis padrinos musicales. Me están acompañando y guiando en cada etapa del proceso, y no puedo agradecerles lo suficiente. Además, somos amigos.
En concreto, Laura fue la que se copó con las primeras maquetas (grabadas en mi celular, tocadas horriblemente) y se le ocurrió la idea de hacer algo con ellas. Se las mostró a Santiago, que también se copó. En el 2016 empezamos a juntarnos, sin saber muy bien qué iba a salir de todo eso. Al principio grabamos ensayos en los que yo tocaba y cantaba y ellos se subían improvisando, Santiago con la guitarra eléctrica, Laura con el cajón peruano y coros. Después fuimos avanzando y en algún momento decidimos que íbamos a grabar un disco. En el medio, ellos tuvieron una hija, que es melliza del disco y es la fan número uno. Así que fue un proceso largo y con interrupciones. Para fines del 2016 teníamos una maqueta de diez temas muy prolija. En el 2017 grabamos y mezclamos. El 28 de diciembre del 2017 estuvo oficialmente terminado el disco.
Tanto Laura como Santiago fueron parte fundamental en la producción de las canciones, pero en rigor, la producción artística es de Santiago, que además arregló los temas, grabó todos los instrumentos menos las baterías (que grabó Manuel Souto), y una guitarra acústica que grabé yo, fue ingeniero de grabación, mezcló, masterizó y le metió todo el amor del mundo. Laura grabó coros y sobrevoló como un helicóptero durante todo el proceso. De repente llevábamos dos horas encerrados grabando (grabamos en la casa de ellos) y Laura aparecía y hacía algún comentario que evidenciaba que había estado escuchando todo. Fue un proceso muy lindo y muy amoroso. Y ellos han sido y siguen siendo una parte fundamental.
También ya estás planeando presentación del disco, ¿esa va a ser tu primera experiencia en vivo?
¡Sí, el 13 de octubre en Tractatus vamos a hacer presentación oficial! El año pasado tocamos unos pocos temas con Laura justamente en Tractatus, en el post-show de la obra Graciela 2, de Nenan Pelenur (que recomiendo mucho). Pero no en la sala sino en un pequeño escenario improvisado en el hall de entrada del teatro. Antes había cantado en vivo algunas veces como invitada. Pero cantar y tocar mis propias canciones, así, un show entero, nunca. Así que en realidad sí, va a ser un poco una primera vez.