La Foca interrumpe la melancolía con humor

Foto: Lucía Aguirre

Foto: Lucía Aguirre

Kristel Latecki

Era viernes y Montevideo se despertó con una fina capa de niebla y una lluvia leve pero insistente. Era el día para entrevistar a La Foca y el clima lo sabía. A minutos de llegar al bar recibo un mensaje de Federico González, vocalista y guitarrista, como suerte de saludo de buen día: “Hermoso día foquense”. 

Porque si bien La Foca es conocida por sus atmósferas apacibles marcadas con suaves nubes de melancolía, sus encantadoras melodías y su amable y sutil oscuridad, también posee un entrañable humor que equilibra los ánimos y desestima cualquier seriedad y pretenciosidad. Después de todo, ya tienen 25 años en esto y así es que han mantenido la banda y la amistad. Eso y sus excelentes canciones.

Esta suerte de humorístico paralelismo psicocósmico los ha perseguido desde los albores de la banda. “Tengo recuerdo fantástico. Tocábamos en el Perillán y llovía después de dos meses de sequía, en 2015 por ahí”, cuenta Federico. “No solo se inundó todo pero mal, sino que también el baterista fue al boliche de enfrente y armó todo ahí. Una hora antes del toque tuvimos que cruzar toda la batería absolutamente empapados”. 

Aunque les de gracia, para el guitarrista Gustavo Compagnone el tema de la lluvia les da un plus extra. “Le da algo especial al toque en vivo. Cuando las condiciones son un poco extremas al estar ahí se arma una química especial. Llegamos porque había que ir”, dice. “Igual no nos pasa siempre”, apunta Federico. “Nosotros más que nada bromeamos con eso y exorcizamos un poquito la tristeza”.

Si se le suma tocar un domingo se completa el combo foquense ideal. Mañana presentarán su séptimo disco, La Fórmula con un show en la Sala Hugo Balzo. Será la "fecha FIFA del año": estarán acompañados de los invitados que participaron en el disco, Lobo Está? ofrecerá el show apertura -Gonzalo Saavedra también estuvo a cargo de todo el arte del álbum- , e interpretarán La Fórmula por entero, sumando luego una segunda parte con canciones seleccionadas de sus discos anteriores y tema nuevo.

Sobre todo esto y el tema que atraviesa a La Fórmula charlamos con Federico y Gustavo.

Este humor que tienen es muy particular, muy empático, y contrasta un poco con la música. ¿Eso es algo que lo buscan?
Federico González:
Cuando empezamos éramos una banda de humor. Lo que nos quedó fue eso. Es también para sacarle un poco de arriba todo esto. La vida es más compleja para estar de un lado o del otro del mostrador en la tristeza o en el humor. Entonces, me parece que tratamos de vivirlo todo con más naturalidad, y sí, nos gusta reírnos. Tratamos de ser positivos más allá de que a veces no parezca.

Gustavo Compagnone: Nuestra interpretación siempre es buena. Como decíamos de la lluvia, que no deja de ser algo lindo y te hace valorar otras cosas. En las letras pasamos de hacer un humor muy directo a contar historias que de repente no son para reírse directamente, pero tienen algo positivo que se rescata. Mutamos a un estado más sofisticado.

FG: La melancolía te termina poniendo en un punto que es positivo. Yo estuve acá, te estoy contando esto, pero ahora desde otro lugar. Y estoy evocando algo que tiene un montón de cosas positivas, porque por algo lo recorriste. Creo que por la edad que tenemos y nuestras situaciones personales, lo más genuino y honesto es pararnos desde un lugar. Y eso tiene una pizca de humor, sin dudas. Jodemos que quedamos muertos. Yo, por ejemplo, estoy desde las 3 de la mañana despierto porque se me dio por tener un hijo de grande, entonces no duermo. Y le pasa a los demás miembros. El otro día fuimos a una nota y otro de los integrantes fue a otra radio. Eso nos pasa todo el tiempo (risas). Todas esas cosas nos la tomamos con humor. Y yo que sé, la vamos llevando. 

¿Qué es La Fórmula? ¿Cuál es la fórmula?
FG:
La del éxito no (risas). Como se podría ahora constatar. La Fórmula está planteada como una continuidad. El otro día reflexionábamos en voz alta y veíamos que hay dos momentos bisagra: cuando te enfrentás a grabar un disco y cuando lo terminás. Y siempre en esos dos momentos te preguntás: “¿vamos a seguir tocando?”, “¿Qué sentido tiene estar tocando?”. Hay una cosa endógena porque compones, hay una gente muy querida que quiere recibir el disco, y hay un instinto primario de querer tocar. Pero con eso solo las bandas no siguen. Y nosotros tenemos todo para no seguir: más de 25 años tocando, no nos dedicamos a esto como fuente de ingresos, no somos masivos. Pero bueno, era hurgar en la continuidad, en la nuestra y en la de cualquiera. Creo que hay muchos momentos en el disco que dan pistas sobre que nos parece a nosotros relevante en tanto a la composición como en las alianzas; los círculos que uno establece con otras personas y cómo uno va construyendo sus objetivos; qué le parece a uno relevante y qué no. Y que también se pueden transpolar a cuestiones de la vida, de la continuidad en general. Pero nosotros en un punto entendimos que era lo más relevante de la banda en ese momento. Para mí la fórmula es esa: la continuidad, el permanecer.

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El arte que hizo Gonzalo Saavedra termina de cerrar el significado disco. No me había dado cuenta hasta que salió el video de Bola brillante. En relación a esto y a que estamos hablando, ¿tener hijos es parte de esa continuidad?
FG:
Claramente. Está cruzado por eso. Creo que Gonzalo agarró por ese lado, y como trabajo con él sabe perfectamente de mi vida y de los demás. Todos tenemos hijos y sí, si bien primariamente no estaba enfocado para ese lado, es imposible que no esté bañado de eso. 
Gonza lo tomó desde ese lugar, nos lo planteó de entrada y armó todo en conjunto. En la tapa aparecen las manos, pero podría haber aparecido un astronauta o un cohete espacial. Él eligió las manos y nos pareció bien porque es lo más significativo de todo. Me parece que nos ayuda a cerrar una idea que siempre teníamos. 

¿Y en las canciones llegó algo de la paternidad?
FG:
Yo pienso que sí, que tiene un poco de eso. En realidad muchas de las canciones ya estaban avanzadas cuando nos embarcamos en esto, pero claramente sí. Sobre todo cuando lo ves en perspectiva. Igual yo hago una cosa y después pasa por la banda. Llevo una canción aburridamente con la guitarra y después la agarran Gustavo, Diego y Ruben y hacen la canción. Siempre hay un proceso de filtro o de enriquecimiento.
Desde mi lugar puedo decir que sí, estoy atravesado por eso. Es una situación demasiado grande como para que pase desapercibida. Pero bueno, después lo que termina pasando es más complejo. Por suerte, la gracia de tocar en banda es eso: cada uno ocupa un lugar. Ocupo este lugar porque naturalmente me sale hacer canciones, pero a esta altura no tengo forma de hacer eso sin pensar en la guitarra de Gustavo. 

Gustavo, cuando recibís esos primeros bocetos, ¿cómo vas construyendo tu intervención
GC:
A mí me cuesta mucho. No quiero decir que me lleva un trabajo, pero me lleva tiempo conectar con la canción. Necesito escucharla varias veces, ensayarla en varias oportunidades; intentar conectar de alguna manera, pensarla. Y voy tocándola en los ensayos hasta que cierra. A veces antes de grabar o incluso al momento de grabar. Hay algunas canciones que las cierro antes y otras no, Espero hasta que pase. 

FG: Sabemos que va a llegar a buen puerto. 

GC: Es un camino que igual lo disfrutás.

Si bien volvieron a trabajar con Juan Stewart (Jaime Sin Tierra) como productor, decidieron grabar de nuevo acá en Montevideo. Y parte de la gracia es que tienen al alcance de la mano un montón de gente para invitar y una de ellas fue Alfonsina. ¿Cómo surgió esta colaboración?
FG:
Sabíamos que a Alfonsina le gustaba La Foca desde hace tiempo, de la época de 2008 más o menos, y la habíamos visto en algunos toques. Cuando vino 1997 se me ocurrió como corazonada que era una canción para que cantara ella, nos cerraba por todos lados. De hecho, solo habíamos tenido una voz femenina al principio principio. Me la imaginé como un contrapunto, pero al final quedaron las voces juntas al estilo vieja escuela. 

Cuando fue al estudio –y esto habla fenomenalmente de ella–, vino con una idea de estar en el lugar que está. Nosotros la impulsamos para que cantara sola en algunas partes, que hiciera el estribillo sola. Una especie de jugar para que definiera. Y ella dijo que no, que vayamos a dos voces y se adaptó. Habla de que también conoce la banda y la sacó del estadio. Intuitivamente llegó a un lugar que estaba buenísimo. Me pasé escuchando esa mezcla durante mucho tiempo.

Pero de burro que soy, cuando subí el disco Spotify no la etiqueté en el tema. Ahora no lo puedo hacer porque la tengo que bajar, pero en algún momento lo vamos a corregir. Este es otro rasgo de nuestro éxito continuado. Ésta es la formula del éxito: la persona más exitosa que tenemos no aparece en ningún lado. Son cosas que pasan.